Algunos apuntes sobre Frida

Artículo publicado en el número 18 de la revista Making Of
Artículo publicado en el número 18 de la revista Making Of

Hace unos meses, se estrenó Frida de Julie Taymor, un repaso a la vida y obra de la pintora mexicana Frida Kahlo protagonizada por Salma Kayek. Según nuestro punto de vista, se trata de una obra que, aunque tiene algunos defectos, puede convertirse en un clásico del séptimo arte por que consigue llegarnos a lo más hondo. Un film lleno de detalles que recomendamos desde Making Of.


Existen algunas películas que, sin ser cinematográficamente brillantes, tienen algo especial dentro de sus fotogramas; películas capaces de activar los resortes de nuestra memoria, de hacernos reflexionar sobre los acontecimientos que forman parte de nuestra vida; films artísticamente fallidos, pero con la facultad de agitar nuestras emociones, con el don de transformarse en un espejo que nos muestra, de forma diáfana y cruel, la visión parcial, distorsionada, narcisista, subjetiva, muchas veces errática, que tenemos de nosotros mismos; historias, en definitiva, que logran que seamos conscientes de lo profundamente egoístas y contradictorios que somos todos los seres humanos.

Este tipo de películas no afectan a todos los espectadores por igual: el cine es una experiencia completamente subjetiva, y serán las vivencias y experiencias de cada individuo las que, en última instancia, determinen qué historias son capaces o no de impactarnos. La diversidad humana se mide en función de criterios individuales, de lo relativo, lo particular. Por ello resulta tan difícil y complejo el ejercicio de la crítica. ¿Acaso existen criterios universalmente aceptados para valorar el arte? ¿Podemos hablar de categorías absolutas que nos permitan determinar si una película es buena o mala, emocionante o aburrida, agradable o desagradable? Sinceramente, creo que no.

Señalar los errores de Frida es un ejercicio relativamente sencillo. Cualquier persona con un mínimo sentido de la narración cinematográfica es consciente que el guión de la película está lleno de lagunas, que algunos personajes están muy mal definidos, que determinadas situaciones están pésimamente resueltas, que no entendemos algunas de las reacciones que muestran los protagonistas... Pero eso no importa demasiado ante una película como ésta. ¿Por qué? Sencillamente porque posee el don único de emocionar.

Desde mi punto de vista, el mayor acierto de Frida ha sido lograr que resulte mucho más interesante lo que intuimos, lo que no acabamos de ver. Ésta es una película en la que gracias a los pequeños detalles y matices descubrimos a unos personajes apasionantes, a unos seres conmovedores, patéticos, torturados y por ello humanos y creíbles; en la que una figura semidesconocida para muchos como Frida Kahlo nos acaba interesando más como ser humano que como artista; en la que la iconografía recreada y mostrada nos retrotrae a universos de dolor y placer, de angustia y liberación, de aparente felicidad y melancólica pena, de cobardía y de acciones valientes pero dolorosas, de tristeza y de volátil alegría. Ésta es una película en la que lo pequeño, lo circunstancial, articula un discurso donde las pasiones, las contradicciones y el dolor de los sentimientos a flor de piel son diseccionados desde el punto de vista de una narración interesada en entender las circunstancias de los protagonistas.

Como apunte biográfico diremos que Frida Kahlo nació el 6 de julio de 1907 en Coyoacan, aunque ella siempre decía haber nacido en 1910 por solidaridad con el inicio de la Revolución Mejicana. A los siete años contrajo poliomielitis, lo que provocó no sólo que una pierna le quedara más corta que otra, sino también un gran complejo que no perdería hasta el día de su muerte. Pero la gran tragedia que marcó la vida de la artista se produjo cuando cursaba estudios en la Preparatoria; una desgraciada mañana del mes de mayo, sufrió un accidente viajando en ómnibus que le ocasionó once fracturas e infinidad de lesiones que convertieron su vida en un calvario de dolores y sufrimiento. En 1929, Frida contrajo matrimonio con el muralista Diego Rivera, una relación que la marcaría de por vida y que, a pesar de continuas infidelidades por ambas partes, duraría hasta el día de la muerte de la pintora en 1954. En los veinticinco años de relación, Frida pasó de ser la musa del pintor a convertirse en una artista con mayúsculas, dotada de talento y con una enorme capacidad para reflejar todo el dolor y sufrimiento presentes en su vida a través de un estilo absolutamente personal.

La película se centra fundamentalmente en narrar la tormentosa relación que mantuvo durante veinticinco años Frida Kahlo con Diego Rivera. A la directora, en una decisión que considero acertada, le interesa más describir los condicionantes emocionales que dieron lugar a la Frida Kahlo artista, que centrarse en describir con minuciosidad su evolución como pintora o sus éxitos en todas las exposiciones que realizó a lo largo del mundo. La Frida pintora es consecuencia directa de la Frida persona; la artista no se puede concebir sin entender al personaje, sin comprender a la mujer que vivió con una intensidad inusitada en todas las parcelas de su vida. Tal vez por ello nunca visualizamos el proceso creativo que da pie a sus cuadros; ésta no es una biografía al uso. Por el contrario, la directora prefiere plasmar la intencionalidad del lienzo a través de unas “set pieces” de corte surrealista, en las que realidad y ficción dan pie a metáforas en las que se plasman en imágenes el universo personal de la artista mejicana. Por una vez el cine no muestra un cuadro; representa su psicología, su intencionalidad, el porqué de su existencia.

El suyo fue un matrimonio apasionado y tortuoso, una relación cargada de amor y dolor entre dos seres con una personalidad tan arrolladora como compleja; una de esas parejas incapaces de caer en la bendita rutina a la que llegan las personas que, cuando el amor y la pasión ya han desaparecido, si es que existió alguna vez, son capaces de articular su vida en función de los estándares sociales y culturales de los que todos huímos pero que, en el fondo, la mayoría buscamos como forma de protección y supervivencia vital.

“Ser la mujer de Diego es la cosa más maravillosa del mundo. Yo le dejo jugar al matrimonio con otras mujeres. Diego no es el marido de nadie y nunca lo será, pero es un gran compañero”. Esta declaración de amor incondicional la pronuncia Frida Kahlo sólo tres meses antes de decir: “He sufrido dos grandes accidentes en mi vida: uno fue en autobús, y el otro Diego”. Amor y odio, pasión y dolor, placer y sufrimiento... estas variables eran las que configuraban el matrimonio entre Frida y Diego, eternas dicotomías con las que pasean por la cuerda floja todos aquellos seres humanos de personalidad arrebatadora, espíritu libre y alma torturada.

El matrimonio entre Frida Kahlo y Diego Rivera estuvo articulado por un extraño equilibrio entre una extraña dependencia emocional, en la que entraban en juego los sentimientos amorosos más complejos y puros, y la necesidad de respetar la independencia y la libertad individual como forma de realización personal. Diego ama a Frida, pero es incapaz de serle fiel; Frida entiende y acepta la forma que tiene su marido de vivir la vida, pero es incapaz de superar el dolor que le causa las infidelidades de su marido. Antes de la boda, Diego le dice a Frida una frase que resulta muy reveladora: “No te prometo fidelidad, te prometo lealtad”. De esta forma, Diego hace toda una declaración de intenciones respecto a lo que se puede esperar de él.

Frida es una película que se ha de paladear despacio, una cinta sobre la que hemos de reflexionar y que, a buen seguro, nos hará cuestionarnos muchas cosas sobre nosotros mismos. La reciente edición en DVD es una buena ocasión para rescatar este cinta que, a buen seguro, se convertirá en un clásico dentro de algunos años. Tiempo al tiempo.

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Autor: Nacho Jarne Esparcia

Nacho Jarne Esparcia es profesor de Tecnología Educativa de la Universidad de Barcelona.


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