El extraño viaje

Artículo publicado en el número 54 de la revista Making Of
Artículo publicado en el número 54 de la revista Making Of

Presentación en profundidad de El extraño viaje de Fernando Fernán-Gómez, considerada por muchos amantes del séptimo arte como una gran obra maestra del cine español.


Para muchos, Fernando Fernán-Gómez era un gran actor de cine y teatro que, en sus últimos años de vida, destacó más por sus salidas de tono ante la prensa que por sus aportaciones artísticas. Lo que el gran público desconoce es que Fernando, además de actuar en más de 200 películas, dirigió, entre 1954 y 2001, 30 títulos de las más diversas temáticas y estilos. Como realizador nunca logró un gran éxito económico, pero su obra merece muchísimo la pena; el Fernando Fernán-Gómez director es un gran desconocido y una figura sobre la que hay que proponer una inmediata reivindicación.

Dentro de sus filmes como director, los amantes del séptimo arte tendemos a considerar de forma unánime El extraño viaje como su gran obra maestra. Esta película, maldita, poco vista y absolutamente atípica para la época en la que fue realizada, representa todas las obsesiones e intereses que Fernán-Gómez tenía como autor. La inexorabilidad del destino, la representación de la España más esperpéntica y vallenclanesca, la apología del perdedor, la represión y las medias verdades, la incapacidad para comunicar los sentimientos… todos estos temas se articulan en la cinta con absoluta maestría.

Como homenaje a un gran autor fallecido recientemente, desde las páginas de Making Of aprovechamos para acercar a todos nuestros lectores esta fascinante película.

Un filme maldito

Los orígenes de El extraño viaje sólo se pueden entender dentro del contexto social de la España de finales de los sesenta. En el año 1966, el ministro de Información y Turismo Manuel Fraga promulgó una ley de apertura de la prensa que, de alguna manera, concedía unas míseras dosis de libertad a los escritores y artistas. Este hecho, a la larga, dio pie a que en el mundo del cine se produjera un relevo generacional. Los por aquellos entonces prestigiosos Berlanga, Bardem o Fernán-Gómez, empiezan a dar paso a directores jóvenes que como Carlos Saura, Manuel Summers, Gonzalo Suárez o los autores de la Escuela de Barcelona, tienen nuevas ideas y referentes cinematográficos. A los primeros se les considera rémoras del pasado, autores anclados en un neorrealismo que está desapareciendo a marchas forzadas ante los nuevos aires que vienen desde Francia de la mano de la “nouvelle vague”. Los vientos de cambio, sumados a la influencia de la sempiterna censura, afectaron a la distribución de una cinta que, desde el mismo momento en que fue finalizada, se convirtió en maldita.

La idea original se le ocurrió a Luis García Berlanga gracias a la difusión que se le estaba dando a un crimen sin resolver que se había producido en la localidad andaluza de Mazarrón. En una tertulia con gentes de cine, Berlanga expuso su teoría sobre el crimen señalando que podía ser buen material para una buena película. El actor Paco Beltrán recogió la idea y con la ayuda del escritor Manuel Ruiz Castillo, se puso manos a la obra y acabó en un tiempo relativamente breve el libreto de El extraño viaje. El guión lo compró Izaro films, una compañía productora perteneciente a José Frade, especializada en cine popular y donde trabajaban directores como Mariano Ozores o Pedro Lazaga, que decidió poner en marcha la película.

Fernando Fernán-Gómez, que acumulaba una serie de fracasos en taquilla con las extraordinarias La vida por delante (1958), La vida alrededor (1959) y El mundo sigue (1965), se limitó a rodar la película sin modificar nada sustancial del guión que le habían puesto en las manos. Únicamente cambió la ubicación de la historia (el ayuntamiento de Mazarrón protestó enérgicamente porque consideraba que la película podía perjudicar al turismo), ubicando la acción en un lugar indeterminado de Castilla.

Para la interpretación, Fernán-Gómez contó con el galán Carlos Larrañaga, muy de moda por aquella época, y con una serie de actores que como Tota Alba, Lina Canalejas o María Luisa Ponte, ya habían trabajado con él en otras películas. En la cinta también participó la jovencísima bailadora Sara Lezana que interpretó a Angelines. Por último, para interpretar a los hermanos Vidal, el director seleccionó a la extraordinaria Rafaela Aparicio y a un joven director de cine, amigo suyo, llamado Jesús Franco. Sobre este último merece la pena detenernos ya que Franco, años después, se convertiría en el director más prolífico del mundo, con más de 180 títulos en su haber, y en un objeto de culto para todos los amantes de la serie B y el cine psicotrónico de bajo (a veces bajísimo) presupuesto. Pero eso es otra historia.

Los problemas de la película empezaron desde el mismo día en que se rodó el último plano. Tras ver el filme acabado, el Ministerio lo calificó con la temida tercera categoría (que era la valoración más baja que se podía dar y que sólo se otorgaba a las películas de ínfima calidad y nulos valores artísticos), condenando a la nada sus posibilidades comerciales. Esta calificación hizo que ninguna distribuidora quisiera hacerse cargo de ella por considerarla inmoral y pornográfica.

La película se mantuvo guardada en un almacén durante más de cinco años (anteriormente sólo se pudo ver de tapadillo en 1967 en el cine Teatro Campos Elíseos de Bilbao) hasta que en agosto de 1969 se proyectó en Valencia y Sevilla para, algunas semanas después, acabar en el antiguo cine Odeón de Madrid, una sala de reestreno situada en las afueras, como complemento de otra película. Fue entonces cuando algunos críticos jóvenes la descubrieron y empezaron a reivindicarla. Ese mismo año el Círculo de Escritores Cinematográficos le concedió un premio. En pantalla grande sólo ha sido vista por algo más de 200.000 espectadores que dejaron unos paupérrimos 20.000 euros de recaudación.

Argumento

Fernando es un músico ambulante que, mientras sueña con montar una compañía de zarzuela, se gana la vida actuando en pequeños pueblos de la España profunda. En una de estas localidades, conoce a Ignacia, una mujer rica, mayor, amargada y cargada de prejuicios, que vive junto a sus dos hermanos Venancio y Paquita. Estos últimos, dos obesos e ingenuos borderlines, viven atemorizados por su hermana, cuyo carácter tiránico es conocido por todo el mundo.

En poco tiempo Fernando se convierte en el amante de Ignacia para, gracias a una mentira que se inventa sobre un supuesto hermano paralítico, sacarle un dinero fácil. En un momento determinado, Ignacia planea vender sus propiedades y marcharse hasta el sur con Fernando. Una vez ahí, su idea es abandonar a sus infelices hermanos y marcharse al extranjero con su amante. El problema es que Venancio y Paquita se han enterado de los planes de su hermana y deciden hacer algo al respecto. Mientras fisgan en la habitación de Ignacia, ésta les sorprende y ataca despiadadamente a Paquita. Venancio aterrorizado coge una botella de aguardiente y golpea a la mujer hasta causarle la muerte. En ese momento llega Fernando que les ayuda a deshacerse del cadáver lanzándolo a una cuba de vino. Para disimular, Fernando decide vestirse como Ignacia para que los vecinos del pueblo piensen que todo transcurre con absoluta normalidad.

Fernando, por su parte, se ha hecho novio de Beatriz, una muchacha que trabaja en una mercería y cuyo único sueño es casarse y salir del pueblo. Fernado, que está realmente enamorado de la muchacha, se siente tan culpable por la relación paralela que mantenía con Ignacia que decide contarle a la joven la misma mentira sobre su supuesto hermano paralítico y postergar la boda hasta que todo se solucione. Ante lo desesperado de la situación, Fernando decide llevarse a los hermanos hasta el sur y dejarlos ahí abandonados. Pero algo sale mal y éstos mueren envenenados en extrañas circunstancias.

De vuelta al pueblo, las autoridades investigan la muerte de los hermanos y la desaparición de Ignacia. Cuando Fernando bebe un vaso de vino y se entera de que pertenece a la tinaja de Ignacia, empieza a ponerse enfermo. Tumbado en la cama, los vecinos del pueblo empiezan a sospechar que él es el culpable. Llevado ante el juez, el músico se derrumba y explica toda la verdad. Mientras Beatriz, desconsolada, mira desde la ventana y observa cómo se esfuma la oportunidad de salir del pueblo.

La gran película de Fernán-Gómez

Cuando se visualiza por vez primera El extraño viaje, se entiende a la perfección los motivos por los que ésta se convirtió en una cinta maldita y vilipendiada. Si uno se pone en la piel de los ingenuos espectadores de mediados de los años sesenta e intenta hacer un ejercicio de empatía emocional, se dará cuenta de que la lucidez, amargura y feroz crítica a una sociedad atrasada, reprimida e ignorante que el director abocó en ella, era difícilmente asimilable para un país imbuido en plena dictadura.

Lo más interesante de El extraño viaje no es tanto lo que se explica como lo que se intuye. Desde esas imágenes iniciales de Angelines bailando, con todos los hombres del pueblo boina en ristre pendientes de sus voluptuosos movimientos, hasta el plano final con Beatriz mirando desde su casa cómo se llevan preso a Fernando, todo parece hecho con la intención da darnos a entender que, en el fondo, nadie es del todo inocente. Ésta es una historia que nos habla de represiones, de miedos, de la incapacidad para mostrar nuestra realidad y tener que vivir permanentemente bajo la máscara de las apariencias.

Lo más curioso del relato es que, lejos de realizar una crítica social basada en la lucha de clases tan al uso durante aquellos años, Fernán-Gómez trata a todos los personajes por igual. Sí, los habitantes del pueblo viven permanentemente bajo el paradigma de “el qué dirán” (como tan bien representa la dueña de la mercería que se reúne con las demás mujeres del pueblo para criticar o la propia Beatriz negándose a besar a su novio en público), pero también la clase alta, representada por Ignacia, se encuentra enclaustrada bajo el yugo de represión y las falsas apariencias. El morbo y la forma enfermiza como el director narra los encuentros entre ella y Fernando ilustran a la perfección esta dualidad. Los desfiles de modelo que un Fernando travestido (algo inaudito para la época) hace en casa de la mujer o la escena magistral (que seguramente es una de las mejores rodadas jamás por un director español) en la que los dos bailan un tango siguiendo la música a través de los cascos que salen de una radio portátil, son dos ejemplos representativos de la intención de Fernán-Gómez. Todos los personajes, sea cual sea su clase social o su nivel cultural, viven condenados a aparentar lo que realmente no son.

La mayor parte de los personajes de la cinta son mentirosos y egoístas. Fernando, Ignacia, los compañeros de la orquesta, la dueña de la mercería, los vecinos curiosos y criticones… De esta hipocresía generalizado sólo se salva Angelines, la más joven de la función y la única que tiene muy claro que ha de huir de ese ambiente de represión e ignorancia, y la ingenua Beatriz, víctima de las circunstancias y las mentiras de su novio que, en el fondo, sólo aspira a casarse. El final de ambas será incierto: como el de todos los demás.

La puesta en escena que utiliza Fernán-Gómez para narrar los acontecimientos resulta modélica. Durante la primera parte sabe conjugar una narrativa naturalista y cuasi neorrealista con escenas directamente inspiradas en el cine de terror y suspense, como todas aquellas que transcurren en la casa de los hermanos Vidal. Ello lleva a que la segunda parte, estructurada en un largo flashback y donde los espectadores somos conscientes de lo que realmente ha pasado, sirva como conclusión para entender que, bajo esa ilógica disparidad estilística, sólo se encuentra un retrato de esa España esperpéntica y absurda.

En general, todas las interpretaciones son magníficas. De entre ellas nos gustaría destacar el papelón que realizan la inmensa Rafaela Aparicio y el inefable Jesús Franco como los dos hermanos Vidal. Esos matices, esa complicidad casi incestuosa, fue perfectamente retratada a través de pequeños detalles que potencian lo extraño y malsano de su unión. Y todo ello, repetimos, sin caer ni en la explicitud ni en la muestra directa. Desde mi punto de vista, uno de los mayores defectos del Fernán-Gómez director es su tendencia a ofrecer personajes histriónicos y algo excesivos. En este caso, no sé muy bien si por el guión o por el tono que el realizador quería darle a la película, las interpretaciones ayudan a darle a la historia gran parte de su personalidad y sentido.

El extraño viaje es una obra maestra que las nuevas generaciones tienen que descubrir. La película es un ejemplo perfecto de cómo manejar el ritmo de la narración, de cómo la puesta en escena ha de estar al servicio de la historia, de lo que representa una maravillosa dirección de actores… pero sobre todo es un retrato maravilloso de una España que fue y que, sinceramente, no sé muy bien si ya se ha ido.

Curiosidades

Para el papel de Fernando se pensó en un principio en Jaime de Mora y Aragón, aunque Fernán-Gómez lo descartó inmediatamente.

La película fue un fracaso tan estrepitoso que, cuando cinco años después, los críticos la ensalzaron, el propio director reconoció que él mismo había llegado a la conclusión de que la cinta era muy mala y que se había equivocado por completo al realizarla.

Fernando Fernán-Gómez
Lima (Perú) 1921- Madrid 2007

Hijo de la actriz Carola Fernán-Gómez, Fernando llega a España en el año 1924. Estudia Filosofía y Letras en Madrid, aunque nunca llega a ejercer ya que su vocación teatral le lleva a enrolarse en diversos grupos teatrales de aficionados. Tras la Guerra Civil, se enrola en la compañía de Laura Pinillos con la que empieza a trabajar como profesional. Viendo que el teatro es un mundo muy duro y difícil decide pasarse al cine. Su debut se produce en 1943 con el filme Cristina Guzmán de Gonzalo Delgrás. A partir de de ese momento se convierte en uno de los galanes del cine español
y en un nombre muy reconocido por el gran público. En la década de 1950, se consolida como actor principal en toda una serie de comedias (El fenómeno), dramas (La gran mentira), cine religioso (Balarrasa, Molokai), o folclórico (Morena clara). En 1954 debuta como director con el filme Manicomio. A lo largo de su carrera trabajó a las órdenes de los más destacados directores españoles, como Carlos Saura, Víctor Erice, Ricardo Franco, Manuel Gutiérrez Aragón, Jaime de Armiñán, Juan Antonio Bardem o Luis García Berlanga. Como actor intervino en más de 200 títulos y como director
ha realizado una treintena. Entre sus obras más destacadas están: La vida alrededor (1959), El mundo sigue (1963), El extraño viaje (1964), Mi hija Hildegart (1977) y El viaje a ninguna parte (1986) Dentro de los galardones que recibió destacan tres premios Goya, el premio Donostia en reconocimiento a su carrera (1999), la Medalla de Oro de las Bellas Artes (1989), el premio Príncipe de Asturias de las Artes (1995), dos premios en el Festival de Berlín como mejor actor, uno en el Festival de Venecia y un Premio Nacional de Cinematografía. Ha sido el único actor que ha ingresado en la Real Academia de las Artes.

Datos de la película

  • Ficha artística

Carlos Larrañaga: Fernando.
Tota Alba: Ignacia Vidal.
Rafaela Aparicio: Paquita Vidal.
Jesús Franco: Venancio Vidal.
Sara Lezana: Angelines.
Lina Canalejas: Beatriz.
María Luisa Ponte: Mercera.

  • Ficha técnica

Dirección: Fernando Fernán-Gómez.
País/Año: España, 1964.
Guión: Manuel Ruiz Castillo, Pedro Beltrán, basado en una idea de Luis García Berlanga.
Música: Cristóbal Halffter.
Fotografía: José F. Aguayo.
Montaje: Rosa G. Salgado.
Duración: 92 inutos.

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Autor: Nacho Jarne Esparcia

Nacho Jarne Esparcia es profesor de Tecnología Educativa de la Universidad de Barcelona.


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