David Fernández Sifres: «La cultura no es un bien accesorio, sino un pilar fundamental en una sociedad»

David Fernández Sifres es licenciado en Derecho y funcionario de la Escala Superior de Técnicos de Tráfico, trabajo que compagina con su vocación literaria. Ha sido el último ganador del Premio El Barco de Vapor 2013 de literatura infantil.
Usted es funcionario de la Escala Superior de Técnicos de Tráfico y licenciado en Derecho… ¿De dónde le viene su afición a escribir?
No recuerdo un momento en el que dijera que iba a empezar a escribir y, en cualquier caso, supongo que es consecuencia de la lectura, del gusto por imaginar lo que leía y del placer de inventar.
¿Cómo ha compatibilizado su trabajo con el de escritor?
Escribo en mis ratos libres, y aprovecho principalmente los fines de semana y los períodos de vacaciones. Cada cual dedica su tiempo de ocio a aquellas actividades que le hacen disfrutar, y yo disfruto inventando historias. Más complicado es compaginar el trabajo con los encuentros con lectores en los colegios, pero voy consiguiéndolo echando mano de días de vacaciones, también.
¿Nunca le ha surgido una idea sobre un libro estando en su puesto de trabajo de Tráfico, algo digamos… sobre educación vial?
Nunca. Trato de separar todo lo posible mi trabajo de mi afición. Por otro lado, mi trabajo me exige una dedicación absoluta. Cuando trabajo, trabajo, y cuando invento, invento. Sin embargo, sí es cierto que, en ocasiones, he escrito historias que tienen que ver con la educación vial y, por ende, con la seguridad vial. Es un tema que me ocupa profesionalmente, que me preocupa como ciudadano y que me parece fundamental en la formación del niño.
¿Cómo ve actualmente la cultura y, en particular, la literatura Infantil y Juvenil en nuestro país inmerso en esta crisis que no parece dejarnos?
La cultura no es un bien accesorio, sino un pilar fundamental en una sociedad. En una crisis entiendo que hay que renunciar a lo accesorio y defender lo fundamental. Lo importante es saber qué debe estar en cada saco. Y no estoy seguro de que la idea esté clara. En cuanto a la Literatura Infantil y Juvenil, me sorprende desde siempre que no se le reconozca la importancia que tiene. Nuestros hijos leerán estos libros, y sus gustos, sus miedos, sus ideas y su carácter se verán influidos por ellos. Incluso el que lleguen a ser lectores de adultos dependerá de lo que lean a edad temprana. Yo siempre digo que soy lo que leí de niño. Tengo por cierto que si mis lecturas hubieran sido otras, yo sería diferente.
Usted es un joven escritor que ha escrito cuatro obras. De esos relatos ha recibido un total de tres galardones: Alandar de Literatura Juvenil 2011, Ala Delta de Literatura Infantil 2012 y por último, premio El Barco de Vapor 2013… ¿puede decirnos el secreto para ser tan laureado?
Escribo por afición, como decía, y me gusta presentarme a concursos porque es una forma de probar si lo que escribes gusta. Escribo lo que siento, lo que me apetece contar, sin prisas y sin imposiciones. He tenido la suerte de ser reconocido y la satisfacción es muy grande. Por otro lado, tampoco hay que perder la perspectiva: un premio no deja de suponer que a un grupo de personas determinadas le ha gustado una historia más que otras en un momento concreto.
Suponemos que usted tiene su método de trabajo en el momento de iniciar un libro. ¿Nos podría decir en qué se inspira? ¿Cómo estructura la historia? ¿Cómo elige el tema y por qué?
Lo cierto es que no tengo un método. Por lo general trabajo las historias fuera del papel, en la cabeza, y suelo ponerme a escribir cuando las tengo perfectamente claras. Sin embargo, en otras ocasiones empiezo a escribir con una simple idea de inicio. Si las historias son complejas, hago fichas de personajes y tramas. Si son sencillas, escribo directamente. En cualquier caso, siempre he de sentir la necesidad de contar algo y trato de que la historia me cautive.
¿Usted es de aquellos escritores que reescriben sus historias una y otra vez o escribe de un tirón?
Corrijo mucho, en ocasiones hasta llegar a paralizar el avance de la historia, y la verdad es que esto no me gusta y estoy tratando de cambiarlo. Pero, como digo, suelo tener la historia muy trabajada en la cabeza, con lo que las correcciones suelen ser más de forma que de fondo.
Una vez que ha publicado un libro, ¿tiene la costumbre de releer sus propias historias o piensa que es mejor no volver a abrir esa narración?
Sí las releo, y me doy cuenta de errores y de aciertos, y ambos me sirven para las nuevas historias. Si me emocioné al escribir aquello, en ocasiones vuelvo a emocionarme al releerlo. A veces la literatura es una sensación.
Una de sus grandes aficiones es viajar y, de hecho, su última obra Luces en el canal se desarrolla en los canales de Ámsterdam. ¿Considera los viajes como parte fundamental en el desarrollo de sus historias o bien cómo algo producto de la casualidad?
No es algo fundamental, pero lo cierto es que los viajes siempre dejan un poso. Y ese poso, con el tiempo, puede servir de base para una historia. Así ocurrió con Luces en el canal. Visité Ámsterdam y me pareció una ciudad preciosa, en la que perfectamente podría ambientar una narración. Más aún si en la historia había bicicletas.
Tanto Luces en el canal como ¡Qué viene el Diluvio! o Un intruso en mi cuaderno son libros dirigidos a un público infantil, en cambio El faro de la mujer ausente va dirigido ya a un lector de más edad. Usted como autor literario ¿qué tipo de lector prefiere; infantil, juvenil o no tiene preferencias?
Esto sería como preguntar por los hijos ¿no? Como autor lo que quiero son lectores, y a todos les tengo un respeto extraordinario, porque dedican parte de su tiempo a leer lo que yo invento. Por otra parte, en los encuentros con ellos, todos me aportan: los niños su frescura y sinceridad, y los jóvenes unos puntos de vista que en ocasiones se me escapan como autor.
En Luces en el canal se relata la historia de Frits y el señor Dussel, un niño lisiado y un mendigo, que entablan amistad fuera de cualquier tipo de prejuicio social. ¿Con esta historia qué ha pretendido explicar?
Cuando me pongo a escribir no pretendo explicar nada. Solo intento divertirme y contar una historia que me he inventado. Sin embargo, sí es cierto que, al final, te descubres trasladando al papel lo que te preocupa, lo que deseas o, cuanto menos, tu punto de vista sobre algún tema, aunque no seas muy consciente de ello. En Luces en el canal se refleja una idea que arrastro desde hace tiempo, y es la de que, a veces, es más sencillo ser un animal que una persona.
En una sociedad inmersa en la tecnología más galopante, ¿cuál cree que es el futuro de la Literatura Infantil y Juvenil en sí? ¿Seguiremos leyendo en libros o bien cambiaremos a algo más innovador como las tablets, e-books y demás variados artilugios?
Imagino que no se abandonará el papel, pero que los nuevos soportes tomarán mucha fuerza. Es algo positivo, sin duda, si dejamos al lado todo lo relacionado con las descargas ilegales.
Muchos autores consideran una relación simbiótica entre la historia y las ilustraciones de una narración. ¿Comparte esa misma opinión?
No tengo duda. Por lo que respecta a Luces en el canal, las ilustraciones de Puño son extraordinarias y condicionan la lectura, le dan un enfoque alegre, optimista, que complementa perfectamente al texto.
Para finalizar, ¿qué planes o proyectos de de futuro tiene a medio plazo?
Tengo entre manos una novela infantil y otra juvenil. El proyecto es terminarlas y, de ser posible, publicarlas pero, en cualquier caso, disfrutar escribiéndolas.

Autor: Israel Aliaga Alcolea
Israel Aliaga es licenciado en Antropología Social y Cultural y director de la Revista de Literatura en el Centro de Comunicación y Pedagogía.

