Entrevista a Laura Gallego

Artículo publicado en el nº 224 Especial Literatura e interculturalidad
Artículo publicado en el nº 224 Especial Literatura e interculturalidad

Noelia Ibarra entrevista a la escritora Laura Gallego, quien con tan sólo 21 años ganó uno de los más prestigiosos premios del panorama de la Literatura Infantil y Juvenil, el Barco de Vapor, por su obra Finis Mundi, iniciando así una de las carreras literarias más prometedoras de nuestro país. Desde esta primera obra editada, que no escrita (pues fue la número catorce), Gallego ha publicado cerca de una veintena de libros, todos ellos dirigidos al público infantil y juvenil, pero sobre todo al juvenil.


Érase una vez una joven de sonrisa élfica de cuya imaginación surgió un universo llamado Idhún y a través de la que nacieron seres como Dana, Victoria, Jack, Kirtash, Fenris o Kai. Su nombre, casi un icono para miles de lectores: Laura Gallego.

La publicación del anhelado Memorias de Idhún: Panteón cierra una trilogía que se ha convertido ya en un referente de la literatura fantástica española, además de un éxito editorial sin precedentes. ¿Cómo valoras el actual panorama de la Literatura Infantil y Juvenil? ¿Qué autores destacarías?

La literatura juvenil está en un buen momento, pero es que lleva ya mucho tiempo desarrollándose de forma muy satisfactoria. Lo que pasa es que, como siempre, es bastante invisible y los medios, y el mundo adulto en general, le prestan muy poca atención. Y esto es un contrasentido: se pretende que los jóvenes lean, pero al mismo tiempo se considera que la LIJ es un género menor. Es absurdo, sobre todo cuando tenemos autores que llevan mucho tiempo trabajando en esto con obras de calidad, entre ellos Jordi Sierra i Fabra, Joan Manuel Gisbert, Alfredo Gómez-Cerdá, Fernando Lalana, Lola Gándara, Gonzalo Moure, Montserrat del Amo, Santiago García-Clairac, María Menéndez-Ponte, Care Santos, Andreu Martín... ¿sigo?

¿Qué características crees que debe tener la LIJ para conectar con su público?

Sobre todo, ser sincera y estar escrita desde el corazón, con ánimo de compartir y no de enseñar ni de adoctrinar.

En tu producción se observa la influencia de grandes y diferentes autores como Borges, Cervantes, Calderón de la Barca, Tolkien, Ende o García Márquez, pero también se detectan intertextos como el cine de animación, series televisivas o elementos procedentes de los juegos de rol. ¿Debe la LIJ incorporar estos lenguajes para conectar con su receptor implícito?

No sé si debe o no. Yo lo hago porque es parte de mi formación como persona, es parte de lo que soy y ese tipo de cosas influyen en mi literatura porque me gustan y por tanto influyen también en mí. Pero introducirlas simplemente por introducirlas, si al autor ni le va ni le viene, haría que la historia quedase artificial y poco sincera.

¿Crees que la literatura fantástica está suficientemente valorada en España?

Por supuesto que no. Pero es una cuestión de cultura; tradicionalmente, la literatura española ha sido poco fantástica o fantasiosa. No tenemos grandes autores de literatura fantástica en este país, que podamos valorar como Inglaterra valora a Tolkien, o como Alemania valora a Ende, por poner dos ejemplos muy conocidos. La literatura fantástica arrastra dos prejuicios: uno, el de que la fantasía, lo irreal, es mero escapismo sin trasfondo, y dos, el de que es un género sólo para niños, y aquí entronca con el prejuicio hacia la literatura infantil. Pero creo que todo es cuestión de que los lectores jóvenes, que no tienen prejuicios hacia este género, crezcan y se produzca un cambio generacional.

Como autora y lectora voraz, ¿consideras la literatura fantástica como esa “escalera con barandilla” para el adolescente que inicia su trayecto como lector? ¿Qué canon de lecturas le propondrías?

Nunca propongo ningún canon de lecturas. Creo que cada persona tiene un libro especial, ese que, cuando lo acaba, le hace sentir que ha descubierto un nuevo mundo, le hace desear más y más. Y ese libro especial es distinto para cada uno. De modo que, aunque la literatura fantástica atrae a muchos jóvenes y es una gran promotora de la lectura en general, siempre te encontrarás con muchos chavales a los que la fantasía no les gusta. Así que, antes de recomendar, yo siempre pregunto a la persona que me pide dicha recomendación qué tipo de libros prefiere, qué género, historias o autores le gustan más... y en función de eso hago mi recomendación. De ahí que no sea capaz de establecer un canon.

Frecuentemente se califica tu obra de literatura fantástica, sin embargo junto a la fantasía aparecen en tu producción el mito, la magia o el elemento maravilloso. ¿Tu fantasía se nutre de la realidad y facilita por tanto, claves para su comprensión o proporciona a su lector la posibilidad de escape y evasión?

Es que la buena literatura fantástica no es mero escapismo. La buena literatura fantástica es universal, porque trata temas universales. No es necesario centrarse en un problema concreto de nuestro entorno o nuestra actualidad para hablar del amor, de la traición, del destino, de la amistad...

Como sabes, este monográfico se centra en la interculturalidad y la LIJ, ¿qué función crees que ha desempeñado, desempeña y debería desempeñar la LIJ en la educación literaria y en el tratamiento de la interculturalidad?

Toda la literatura (no sólo la juvenil) es intercultural. Por la sencilla razón de que todo escritor se nutre de lecturas de autores de otros países, y por eso la literatura es tan universal. La literatura no sólo puede contarnos historias de otros lugares y otros tiempos, de las cosas que nos diferencian, sino también de las cosas que nos unen: los sentimientos, los deseos, los sueños... el alma de los personajes, que los hace humanos y hace que los comprendamos y que nos sintamos identificados con ellos, aunque la historia se desarrolle en otro lugar o esté escrita por un autor de nacionalidad diferente.

En tu obra aparecen personajes de diferentes razas y culturas; brujas, hadas, magos, dragones, humanos, sheks, féericos, unicornios, elfos… De una forma o de otra, cada uno experimenta una evolución a partir del contacto y la convivencia con sus semejantes. Sin embargo, no incurres en el adoctrinamiento fácil del lector, ¿es una apuesta consciente por conjugar calidad literaria y transmisión de valores?

Bueno, es que yo no escribo para enseñar ni para adoctrinar. Escribo para contar una historia, y todas esas criaturas y personajes están muy vivos dentro de mí. Los trato con mucho respeto y me gusta verlos evolucionar, sentir que están vivos. Cuando escribo una historia no pienso “voy a hablar de cómo los seres humanos podemos cambiar el mundo”, pienso: “voy a escribir la historia de un monje y un juglar que viven aventuras en la Europa medieval tratando de evitar el fin del mundo anunciado para el año 1000”, por ejemplo. Lo demás viene solo. Viene implícito con la propia historia, porque si los personajes están vivos en mi mente, crecerán, aprenderán y evolucionarán, a mejor o a peor, según vayan viviendo una serie de experiencias. Eso va con la historia, no es la premisa de la historia. Creo que toda buena obra, sea o no juvenil, sea o no fantástica, tiene un trasfondo porque ese trasfondo surge de la propia historia.

Todos tus personajes –Dana, Kai, Victoria, Jack, Kirtash, Fenris…– poseen alguna característica particular que los hace diferentes e incluso, los desubica de su entorno. No pueden definirse en términos maniqueos de buenos y malos, sino más bien por las preguntas que se efectúan y que en última instancia, dejan suspendidas en el texto para el lector, ¿consideras al adolescente en tanto receptor privilegiado de la LIJ como interlocutor activo y reflexivo?

Por supuesto. Como ya he señalado antes, la buena literatura juvenil tiene que tratar al lector de tú a tú, no hablar ex cathedra. Tiene que plantear preguntas, no dar respuestas. Tiene que suponer un desafío al lector, porque si no, si el libro simplemente te dice lo que tienes que saber sin posibilidad de debate por tu parte, el lector no diferenciará un libro de lectura de un libro de texto. Las personas somos contradictorias, tenemos momentos buenos y momentos malos, tenemos dudas y temores y no siempre obramos correctamente. Los personajes, aunque sean elfos, o dragones, han de tener esa parte humana, ese “alma” que hace que nos identifiquemos con ellos. Uno no puede identificarse con un héroe pluscuamperfecto o con alguien totalmente malvado. Además una historia con buenos y malos tiene un final absolutamente previsible que hace que el lector (y el escritor, o al menos ése sería mi caso) pierda el interés en las primeras páginas.

Frecuentemente, destacas la importancia de las lenguas, del lenguaje y sobre todo, de la comunicación como vía para la comprensión, el entendimiento y el conocimiento. En esta sociedad de la incomunicación, ¿es un mensaje de esperanza?

Yo siempre he creído que el lenguaje está hecho para que los seres humanos nos comuniquemos, para tender puentes, no para levantar barreras. No sé si es o no un mensaje de esperanza. Es, simplemente, mi forma de ver el mundo. La gente puede estar de acuerdo o no. Sólo es una opinión.

¿En qué proyectos estás trabajando en estos momentos?

Acabo de dar por finalizada la trilogía de Memorias de Idhún y de momento estoy dándole vueltas a varias ideas, pero nada definitivo por ahora.

Autor: Noelia Ibarra Rius

Noelia Ibarra Rius es profesora del Departament de Didàctica de la Llengua i la Literatura de la Universitat de València y profesora de la Universidad Católica de Valencia. Es miembro del grupo de investigación Educación Literaria y Sociedad, que actualmente trabaja en el proyecto “Globalización, Exclusión y Multiculturalidad en la LIJ”.


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