Entrevista a Vicente Muñoz Puelles, autor de «La Guerra de Amaya»

Entrevista en la que el escritor Vicente Muñoz Puelles aporta su visión de la Guerra Civil Española a través de dos de sus obras: La Perrona y La guerra de Amaya, con referentes directos de familiares que la sufrieron.
Pocos autores tocan temáticas tan variadas como usted, desde la novela erótica a la LIJ, pasando, entre otros, por narrativa, guiones de cine, teatro, series de TV… ¿En qué género se encuentra más cómodo?
No se trata tanto de incurrir en un género como de contar historias, y de contarlas de un modo u otro atendiendo a un formato concreto, intentando mantener un rigor literario y procurando que signifiquen algo, no solo para el lector sino para mí mismo. Dicho esto, lo que me gusta es escribir.
Parece que la Historia le interesa, ya que tiene varias obras sobre personajes y hechos históricos. ¿Consideró que era imprescindible tocar el tema de la Guerra Civil?
Creo que un relato siempre es histórico, no por los hechos que narra, sino porque el autor no puede escapar a los condicionantes de su propia época y de sí mismo. Incluso cuando uno escribe sobre el antiguo Egipto, pongamos por caso, lo que hace es reflejar el estado de sus conocimientos sobre el tema, que serían distintos en otras circunstancias, y pasarlos por el tamiz de su sensibilidad. En mi caso, más que la Historia con mayúsculas lo que me interesa son las pequeñas historias, es decir la intimidad de los personajes, que es lo único que permite entenderlos y asumirlos. En cuanto a la Guerra Civil, sí, considero que está ahí, en el aire, por así decirlo, y que cada uno puede aportar su propio punto de vista, si lo tiene. A fin de cuentas, fue el acontecimiento más importante que tuvo lugar en España durante el siglo pasado, y la historia posterior de nuestro país se entiende mal sin ella.
Tanto La Perrona como La guerra de Amaya son historias basadas en vivencias familiares propias. ¿Existe una línea que le separe, como escritor, de los protagonistas de esos relatos?
La Perrona es la historia de mis cuatro tíos, que vivían en Gijón cuando estalló la guerra y fueron enviados a la antigua Unión Soviética, es decir Rusia, de donde no volvieron hasta veinte años después. La guerra de Amaya es la historia de mi madre, que vivía en Gijón con sus hermanos y sus padres, y al acercarse las tropas del bando nacional huyeron y acabaron en Valencia, donde yo nací diez años más tarde. Son dos relatos importantes para entenderme a mí mismo, y los dos están contados en primera persona. Pero, obviamente, al escribirlos tuve que transformarme en Abel, que en realidad es mi tío Cecilio, y en mi madre, que ya había muerto. No recuerdo que fuese particularmente difícil encontrar sus voces.
A la hora de escribir sobre temas históricos, ¿considera que es importante beber directamente de las fuentes, como es el caso de sus obras La Perrona y La guerra de Amaya?
"La Perrona es la historia de mis cuatro tíos,
que vivían en Gijón cuando estalló la guerra
y fueron enviados a la antigua Unión Soviética"
Siempre es una ventaja, porque hay detalles que de otro modo uno no podría conocer. La misma referencia a la perrona, esa moneda de diez céntimos de peseta que es esencial en el libro del mismo título, me fue contada casi por casualidad por mi tío Cecilio, cuando ya el relato estaba casi acabado. Tuve que reescribirlo para darle cabida, pero mereció la pena. En cuanto a La guerra de Amaya, dispuse del diario de mi propia madre, donde contaba un sinfín de detalles que me ayudaron a reconstruir la historia y que enriquecen el relato. Sin ese diario, el libro sería menos interesante, y quizá ni siquiera existiría.
¿Cómo surgió la idea de escribir La Perrona, una obra dirigida a lectores de la franja que se considera infantil dentro de la LIJ?
Se me ocurrió estando en Gijón, donde fui a presentar un libro. Recordé que parte de la historia de mi familia había sucedido allí, y que era una historia excelente. Además, la conocía bien, porque mis tíos se habían pasado la vida hablándome de sus aventuras en Rusia. Y ellos no iban a escribirlas. Así que lo natural es que yo, el escritor de la familia, acabara haciéndolo. En cuanto a la franja infantil, supongo que se debe a que los personajes son niños. Por otra parte, que yo sepa es el único libro infantil que existe sobre la Guerra Civil española.
Los escolares pueden conocer los hechos que ocurrieron en la Guerra Civil española investigando en libros, enciclopedias, Internet, etc. ¿Cree que la lectura de sus dos libros puede ser la “semilla” que les incite a indagar sobre lo que fue dicha guerra?
Obviamente, esa semilla puede brotar en cualquier sitio y en cualquier momento, del mismo modo que el interés por la Guerra de la Independencia puede surgir leyendo a Galdós o se puede aprender sobre las guerras carlistas leyendo a Baroja. Andrea Dreassi, el traductor al italiano de La Perrona, empezó a interesarse por la Guerra Civil al traducir ese libro, y luego escribió una tesis sobre los llamados niños de la guerra, titulada Il dramma de los niños de la Guerra: proposta di traduzione e commento de la Perrona, que presentó este año en la Universidad de Bolonia.
"Para pensar y sentir como un niño
solo hay que prescindir un poco
de la armadura que nos hemos ido fabricando"
Ya que el tema de la Guerra Civil española pasa de “puntillas” en los libros de texto actuales, sobre todo de Primaria, ¿Cree que La Perrona y La guerra de Amaya pueden ayudar a entender al alumnado español lo que fue aquel conflicto?
En mi opinión, pueden servir sobre todo para descubrir que los niños y jóvenes españoles de los años treinta eran muy parecidos a ellos mismos, y que tenían los mismos deseos y los mismos problemas, que naturalmente se agudizaron cuando la Guerra Civil estalló y cambió sus vidas. Y también puede servir como toque de advertencia, para recordarles el valor de la paz.
La Perrona escrita en 2006 y recomendada para niños de 10 años. La
guerra de Amaya en 2010 y recomendada para 14 años ¿Cree que los chicos
que leyeron su obra a los 10 años y ahora tienen 14 se interesarán por La guerra de Amaya para seguir la historia?
Sí, de hecho sé que ocurre así, porque lo he visto en mis visitas a los colegios, donde los alumnos van pasando con los años de un libro a otro. Y también ocurre al revés, que busquen La Perrona después de haber leído La guerra de Amaya. Por otra parte, no creo mucho en las recomendaciones ni en las edades. Ya sé que son clasificaciones útiles, pero el ideal sería que cada lector encontrara por su cuenta los libros que le interesan. Y que los mayores también leyeran libros escritos presuntamente para los niños.
El protagonista de La Perrona es un niño de ocho años que es consciente de los hechos que suceden a su alrededor y las consecuencias de ellos ¿Le ha sido difícil pensar y sentir como un niño?
Nada más fácil. Creo que las personas, en particular las de sexo masculino, y más aún los escritores, nunca son adultas del todo. Simplemente, lo fingen. Pero a cierta edad todo vuelve, y uno descubre que no vale la pena seguir disimulando. Para pensar y sentir como un niño solo hay que prescindir un poco de la armadura que nos hemos ido fabricando. Hay, claro, algunos casos desesperados en los que esa armadura ha pasado a engrosar nuestra propia piel. Felizmente, no es el mío.
A lo largo de su carrera como escritor ha recibido numerosos premios literarios. ¿Le produjo alguna sensación diferente a lo sentido con otros premios, cuando fue galardonado con el I Premio Libreros de Asturias 2005, por La Perrona?
El Premio Libreros de Asturias fue particularmente emocionante para mí, porque tuve la impresión de que, en cierto modo, la vida completaba la novela y le daba sentido. No olvidaré esos días que pasé en Asturias para presentar el libro en compañía de Abel, el protagonista, es decir mi tío Cecilio, que por fin había vuelto, después de casi setenta años sin pisar esas tierras, que había dejado siendo niño.

Autor: Israel Aliaga Alcolea
Israel Aliaga es licenciado en Antropología Social y Cultural y director de la Revista de Literatura en el Centro de Comunicación y Pedagogía.


