Intervención logopédica y ordenador: ¿Una herramienta imprescindible?

Artículo publicado en el Especial de Necesidades Educativas Especiales de Comunicación y Pedagogía
Artículo publicado en el Especial de Necesidades Educativas Especiales de Comunicación y Pedagogía

Reflexión sobre la utilidad de la informática para el tratamiento logopédico y la utilidad de los ordenadores para los profesionales de la logopedia.


Evidentemente la pregunta que titula este artículo es innecesaria. Los ordenadores no son imprescindibles para la intervención logopédica. Es obvio. En este mundo hay excelentes logopedas que no usan nunca un ordenador. Conozco algunos que ni siquiera quieren usarlos. Piensan que sus pacientes deben interaccionar con un terapeuta y no con una máquina. Y sin embargo, no todos son “tecnófobos” ya que no pueden pasar sin un ordenador para preparar sus materiales, ponerse en contacto con otras personas, buscar información o realizar informes y gestión. Aún así, piensan que la intervención logopédica es demasiado importante para confiarla a una máquina.

Probablemente todos estemos de acuerdo al rechazar los dos extremos posibles: ni el ordenador sustituye a los profesionales, ni son unos electrodomésticos inútiles. La pregunta clave quizás sea qué nos ofrecen de nuevo estas máquinas. Se trata de dilucidar si sólo mejoran y optimizan lo que ya podemos hacer sin ellas o si algún día cercano nos ofrecerán posibilidades que nunca antes existieron. ¿O ese día ya ha llegado?

En estas breves líneas, me propongo realizar una reflexión sobre estos aspectos. Concretamente sobre la utilidad de la informática para el tratamiento logopédico y la utilidad de los ordenadores para los profesionales de la logopedia: ¿el ordenador para el paciente o para el logopeda? También, aunque de forma tangencial, me gustaría discurrir sobre si realmente esta tecnología nos ha aportado ya algunas de esas cosas que todos esperamos.

Para ayudarme en esta reflexión he pedido ayuda a varios compañeros de profesión. Lo he hecho a través de un ordenador utilizando un recurso llamado “lista de distribución”, que usa el correo electrónico para poner en contacto a personas que comparten un interés. Concretamente he escrito un cuestionario y lo he lanzado a los miembros de “Logopedia” Lista de distribución de RedIris (www.rediris.es/list/info/logopedia.es.html).

Supongo que esto me delata: soy “tecnófilo”. De hecho no concibo mi puesto de trabajo sin un ordenador conectado a Internet con una banda “anchísima”. Lo uso para planificar mi tiempo, actualmente junto a una agenda electrónica que me hace mucho más llevadero el tema de citas, sesiones, tareas urgentes, tares a medio plazo, direcciones y teléfonos, etc. Pero también uso el ordenador, como muchos logopedas, para crear y organizar los materiales que utilizo en mis terapias: puedo disponer de millones de imágenes, textos, sonidos y música. Con muy poco esfuerzo puedo crear materiales que imprimo en un papel adecuado con resultados muy semejantes a los “profesionales”. Adapto mis materiales a población infantil y adulta. No dependo de las editoriales y sus criterios estéticos o sus prioridades económicas. Puedo generar un cuadernillo de ejercicios que combina estímulos gráficos y texto con un resultado estético apreciable y, además, adaptarlo a la edad, entorno cultural o aficiones de mi paciente. De hecho, en estos materiales aparecen sus propias fotos. A veces nos fotografiamos en secuencias de acciones o en diferentes entornos y actitudes y esas fotos generan los materiales que usamos para el trabajo sobre lenguaje. En muchas ocasiones incluso pedimos fotos del álbum familiar y las mezclamos con otros recursos.

El ordenador como asistente al profesional

Con las declaraciones anteriores creo haber definido tres tipos de ayuda que el ordenador puede aportar al profesional, independientemente de la terapia. El ordenador como apoyo al profesional, no al paciente. Como herramienta para mejorar su gestión, como herramienta para la creación de materiales de trabajo y como herramienta para la comunicación y la información.

Evidentemente la gestión y la información-comunicación son campos comunes a cualquier profesional. De hecho no hay muchas herramientas específicas para nuestra profesión; quizás un par de programas de gestión de clínicas pero que están muy poco difundidos. Creo que la mayoría usamos los recursos habituales de ofimática para nuestro trabajo: informes, agenda, gráficos, etc.

En el campo de la comunicación a través de Internet sí hemos creado algunas herramientas específicas que se están afianzando. Con riesgo a no ser exhaustivo, puedo citar tres: Espacio Logopédico, Logopedia Net y Logopedia, lista de distribución en RedIris. Espacio Logopédico se ha afianzado como un portal para logopedas, con abundantes contenidos e informaciones pero con un interés comercial en la venta de libros que lo soporta y una difusión muy grande por Hispanoamérica. E-Logopedia Net (www.e-logopedia.net) es también un portal con muchísimos servicios (foros, chat, informaciones) que ha superado el nivel de web personal gracias a los esfuerzos impagables de su impulsor, Andreu Sauca. Logopedia RedIris es una lista de distribución dentro de la red telemática del CSIC que funciona desde 1999 y que todos los días intercambia correos entre algo menos de 500 personas sobre todo tipo de temáticas de nuestra profesión: casos, materiales, informaciones, etc. Además de estos recursos, otro portal no específico para logopedas, sino para la Educación Especial, el NEE-Directorio (www.needirectorio.com) aporta  muchísima información relacionada. Hay muchos más recursos, por ejemplo una web interesantísima El “logopeda sin recursos” (http://needirectorio.cprcieza.net/logopedia), o la web personal de Pili San José (http://web.jet.es/pilisanjose) y muchas otras que olvido en este momento y pido disculpas por ello.

Todos estos recursos pueden ser inestimables para que un logopeda no se sienta solo y pueda localizar cualquier tipo de ayuda o información. Basta entrar en los foros o en las listas de distribución y hacer una pregunta para que alguien te aporte un poco de ayuda o una luz para poder seguir la investigación.

Es verdad que a este tipo de comunicación se le puede hacer varias críticas. Una es la escasez de participaciones de expertos de reconocido prestigio en estos foros abiertos –por descontado, disculpando las excepciones–. Otra, aunque sea una opinión muy particular, afecta al hecho de identificar al interlocutor. Creo que los que la usamos debemos identificarnos. A veces sólo usamos el nombre de pila y no creo que sea suficiente. No es lo mismo leer una respuesta de un estudiante o de un profesional con años de experiencia.

Recuerdo cuando empecé a usar estos recursos hacia el año 1997. Era emocionante comunicarse con españoles de otras ciudades, con americanos, con italianos y portugueses. Lo sigue siendo.

También fue todo un recurso descubrir las webs. Dicen que el primer recurso que enamora de Internet es la web; pero al que le somos fieles a pesar del tiempo es al correo electrónico. Yo pienso así. No me gusta la superficialidad del conocimiento que abunda en la web. Salvo las joyas que todos sabemos apreciar, en muchísimas web sólo puedes encontrar conocimiento superficial e intrascendente. Algo preocupante para los que, además de ser logopedas, somos profesores, es la tendencia de muchos alumnos a preferir la web al libro. ¡Por una web mejor que un libro, conozco cien libros mejores que una web! No estoy comparando los dos medios. Hablo de que, en estos momentos, la web suele aportar un conocimiento ramplón e insuficiente capaz de satisfacer a un inexperto que busca un conocimiento express como un adolescente la comida rápida.

Otro peligro aterrador es el “síndrome del padre casi-informado-porque-lo-leí-anoche-en-internet”. Creo que todos los profesionales saben a qué me refiero. ¡No llega a ser como la TV, pero cómo aterra este tipo de desinformación!

A pesar de los inconvenientes hay que reconocer que el ordenador ofrece un recurso excepcional para un profesional: la comunicación. También la información. Después de Internet nada es igual en las comunicaciones.

Y, en la otra cara de la moneda, creo que tenemos pocas herramientas –o mejor dicho, casi ninguna– para ayudarnos en tareas propias de nuestro trabajo. Me refiero a programas que existen en otros países como asistentes para la generación de informes o programas para gestionar clínicas y consultas.

Antes dije que varios colegas me han ayudado mediante una encuesta ha recoger un poco de información sobre estos temas. Les hemos preguntado si usan el ordenador para la gestión. Todos han dicho que lo hacen cada día. Alguno apuntó que sería impensable prescindir de él para este tipo de actividad. Todos han manifestado usar listas de distribución, correo electrónico, foros y chats para estar en contacto con otros profesionales. Dos de los participantes remarcaron que, debido a su condición de “aislamiento geográfico”, estos recursos son inestimables.

Crear materiales para la intervención

Todos los colegas que contestaron la encuesta confirman que utilizan el ordenador para crear materiales que usan directamente con sus pacientes en la intervención logopédica. Mi impresión es que este uso es más frecuente entre los logopedas que atienden a niños con trastornos que afectan al aprendizaje y menos entre los que atienden a adultos. Particularmente también lo empleo para mi trabajo con adultos afásicos.

Bastan pocos recursos para convertir la creatividad del profesional en productos acabados de un aspecto profesional impecable. Un procesador de textos, un programa de edición de imágenes, una colección de imágenes en CD-Rom, una cámara de fotos y un escáner, junto con una impresora y el papel adecuado, proporcionan todos los elementos necesarios para tener a nuestra disposición cientos de materiales listos para el trabajo en cualquier momento. Normalmente los principiantes empezamos por intentar pelearnos con Microsoft-Word o con PowerPoint para estos menesteres. Como programas de retoque de imágenes empezamos por algunos sencillos, pero al final, los verdaderamente aficionados, acabamos introduciéndonos en el Photoshop. Para los amantes de estas tareas, recomiendo llegar a usar FreeHand o CorelDRAW para conseguir un salto cualitativo importante. Pero hay muchas alternativas más sencillas que proporcionan excelentes resultados.

Mención aparte merecen las posibilidades de los programas llamados “herramientas de autor”. Se trata de programas informáticos para que, personas que no son programadores, creen programas informáticos. Aprovechan las posibilidades multimedia del ordenador mezclando textos, imágenes, vídeos y sonidos para hacer casi cualquier cosa que se nos pueda ocurrir. Creo que en España estamos usando dos: Clic y Neobook. Aunque Clic no es una verdadera herramienta de autor, sí entra en esta categoría de asistentes para creación de aplicaciones multimedia y no hay duda de que ha supuesto una revolución para muchos educadores. El hecho de que sea distribuido de forma gratuita por la Generalitat catalana y que muchas personas anónimas estén intercambiando las aplicaciones que producen está consiguiendo una gran difusión del producto. Muchos maestros de Educación Especial o de audición y lenguaje y logopedas han creado pequeñas aplicaciones muy útiles para el trabajo directo con niños que precisan intervención logopédica.

Neobook sí es una herramienta de autor. Los resultados pueden ser espectaculares y, si se aprende el lenguaje de programación que usa el programa, pueden estar casi al nivel de cualquier programa comercial. La verdad es que es uno de mis programas preferidos y puedo asegurar que con unos conocimientos relativamente medianos cualquiera puede tener programas ejecutables para trabajar con sus pacientes en muy poco tiempo. Aunque no sean tan perfectos como los realizados por programadores profesionales, permiten algo muy importante: adaptar las tareas, los estímulos y los refuerzos a cada niño, a cada paciente. Recuerdo el efecto motivador que tenía en un niño el hecho que, ante sus progresos, el programa hablara con la voz de alguno de sus familiares y que sus padres –grabados en vídeo– le proporcionaran pistas y ayudas para realizar las tareas. Recuerdo también a un paciente afásico al que le hicimos varios programas. Trabajaba en su casa con ellos soportando estoicamente los pitiditos que le anunciaban el fallo o acierto de su pulsación. Su esposa me decía que le sorprendía la tolerancia a la  frustración y el coraje para volver a intentarlo ante la máquina, en contraste con el decaimiento y la irritación cuando intentaba hacer los ejercicios delante de un familiar.

Pero la clave es saber si estas máquinas son realmente útiles para la intervención. La primera impresión es que sí lo son, aunque deberíamos analizar críticamente muchos aspectos.

Análisis de la influencia en la intervención

  • Mejoría o cambio en las estrategias de intervención

En la encuesta citada, hemos preguntado si el ordenador modifica o mejora las estrategias de intervención. La respuesta no ha sido unánime. Algunos compañeros piensan que se mejoran las estrategias pero siguen siendo la mismas y otros que se modifican, es decir, que la máquina aporta nuevas estrategias de intervención.

Según los encuestados, las estrategias que se mejoran al usar la máquina son las relativas a la motivación, la independencia del paciente y la evaluación automática.

Sobre la motivación que proporcionan estas máquinas creo que hay poco que decir de nuevo. Quizás sólo que la alta dosis de motivación extrínseca que el sujeto siente ante una pantalla y tarea interesante decae drásticamente si la dificultad le supera y no se arbitra un sistema de ayudas adecuado. Hoy por hoy no conozco ningún programa capaz de dar el sistema de ayudas adecuado en la mayoría de las situaciones. Esto lo solucionamos los terapeutas añadiendo a las tareas de ordenador explicaciones, ayudas o un trabajo colateral. También hay que resaltar que, a partir de una cierta edad, quizás siete años, la motivación facilona por la pantalla y teclado decrece rápidamente en la medida que el niño tiene sentido crítico y videoconsola en casa. El otro aspecto puede ser la tolerancia ante la frustración. Quizás sea mayor ante la máquina que ante un educador o, tal como hemos explicado antes, ante un familiar. Ésta puede ser una ventaja inestimable aunque también es relativa a que la tarea no sea insalvable y al sistema de ayudas. Por otro lado, cuando hablamos de motivación ante el ordenador, hemos de hacer la salvedad que se trata de una motivación extrínseca al sujeto que básicamente se podrá usar para aumentar micro habilidades o destrezas muy concretas. Dudo que el ordenador pueda modificar la motivación intrínseca al sujeto. Ésta será la que le ayude a superar desventajas importantes manteniendo una actitud de esfuerzo y resistencia al desaliento durante el tiempo.

Si el programa está bien diseñado y la tarea es adecuada, el paciente es más independiente frente a la máquina que frente al terapeuta. Esto es una buena aportación. Aunque sólo fuera por el hecho de permitir el trabajo de refuerzo en el domicilio o la posibilidad de que un profesional atienda a más personas en el mismo tiempo. Pero soy crítico cuando pienso que la mayoría de los programas que están en el mercado son tremendamente conductistas: estímulo-respuesta-refuerzo. Me gustaría tener programas que, al menos, hicieran tomar decisiones al paciente, seleccionar formas de resolver un problema siendo consciente del tipo de los pasos que usa y eligiendo “su forma adecuada” para resolverlo. Es cierto que el paciente es más autónomo frente a la máquina pero también es cierto que los programas de que disponemos funcionan de forma que su autonomía se limita a pulsar un botón u otro.

El tercer grupo de estrategias que se mejoran son las que dependen de una evaluación rápida. El ordenador puede proporcionar un feed-back inmediato de la ejecución del sujeto. A pesar de que esto es una gran ventaja, podríamos repetir la crítica anterior. Todo depende del programa que estés usando.

Otra de las mejoras que se apuntan es la relativa independencia del sujeto ante la máquina. Esto “podría abaratar” la intervención y reforzar el papel del propio individuo ante la terapia.

Me compré mi primer PC porque hace muchos años vi un programa de Monfort y Juárez editado por CEPE –se llama PEL– que era capaz de evitar que el niño escribiese la palabra con faltas de ortografía. Se trataba de impedir de esta manera el efecto de refuerzo en la memoria visual que supone escribir tus propios errores. Ese automatismo en la respuesta me pareció una estrategia que yo no podía ofrecer a mis alumnos, ya que sólo les podía corregir cuando ellos ya habían escrito el error. Sin embargo, el ordenador les impide escribir la falta de ortografía –les lanza un pitido– y ellos deben, por sí mismos, encontrar la respuesta adecuada. Este ejemplo puede resumir varias cosas que hemos analizado un poco más arriba.

Creo que debemos ser muy exigentes con los programas para la intervención. Nos debemos proponer, no sólo mejorar las estrategias que ya usamos, sino alcanzar nuevas formas de intervención. Quizás, de momento, esto sólo sea posible para micro-habilidades, pero los programas debieran explorar estas fronteras.

Entre los compañeros que han contestado la encuesta, el nivel de uso del ordenador en una sesión oscila entre el diez y el treinta por ciento. Me parece razonable.

Algunos compañeros al responder la encuesta han apuntado como estrategias de cambio en la intervención las cuestiones de acceso al ordenador para personas con discapacidad motórica. Evidentemente este campo está fuera de toda sospecha. Los dispositivos y ayudas técnicas de acceso al ordenador posibilitan un trabajo antes impensable para personas con severa afectación del movimiento. De hecho estos dispositivos han cambiado la forma de trabajo con niños y están cambiando la forma de vida de los adultos. En los países más avanzados tecnológicamente ya se están usando otros dispositivos revolucionarios. Los Tablet PC aplicados a niños con deficiencia motórica, las PDA para ayudar a comunicarse a afásicos, o a controlar el habla de tartamudos, o como tablero de comunicación para otro tipo de personas, aportarán una potencia inimaginable transportable en el bolsillo de la camisa.

Probablemente el ordenador sí pueda cambiar alguna estrategia de trabajo pero la verdad es que la mayoría de programas con que contamos en el mercado no apuntan en esta dirección. Muchos de ellos son copia de materiales clásicos y han sustituido la página impresa por la pantalla. Pocos programas aprovechan realmente el concepto de multimedia y menos todavía usan la inteligencia artificial. No podemos llamar multimedia al hecho de que suene una música de fondo y se de un refuerzo al hacer clic. Tampoco parece lógico limitar las posibilidades del ordenador a recoger la ejecución del sujeto y contar clics negativos frente a clics positivos.

Una de las primeras sorpresas potentes que nos ofrecieron estas máquinas fueron primeros programas basados en el análisis de voz. Se han desarrollado enormemente las herramientas clínicas enfocadas al laboratorio de voz (CSL y  Multidimensional de Kay, Dr.Speech, CSRE45, PRAAT, etc.) y se han hecho imprescindibles para evaluar la voz y su evolución. Su precio sigue siendo caro (salvo PRAAT, que es gratis: www.fon.hum.uva.nl/praat) pero accesible a centros con cierto volumen de trabajo. Sin embargo, no se han desarrollado los programas que realmente nos sorprendieron a los logopedas en los años ochenta: aquellos en los que el paciente agarraba un micrófono y el ordenador le proporcionaba un feed-back inmediato evaluando su emisión. Un verdadero biofeed-back del habla. El sueño de todo logopeda. Sin embargo todo se ha estancado en dos aplicaciones –SpeechViewer y el sistema Visha– que sirven para lo que sirven y no han evolucionado. Estos programas funcionan bien para la sonoridad/sordez, para la frecuencia fundamental y para la duración. No funcionan suficientemente bien para el timbre. Por lo tanto no analizan fonéticamente la señal y su utilidad está limitada a la vocalización no lingüística. Incluso para aspectos de voz están limitados porque su análisis espectral es muy primitivo. De momento, no podemos decir que estos programas hayan cambiado sustancialmente la terapia en logopedia porque los objetivos que cubren son muy reducidos. Hay que reconocer que no se trata de pereza o falta de negocio de las casas comerciales para adaptar a la logopedia los avances científicos. El problema es que, a pesar de los avances de gigante, todavía no se conocen los procesos mentales de extracción de información relevante en la señal acústica. Cuando sepamos cómo trata el cerebro la voz escuchada podremos hacer que un ordenador emule el proceso.

Otra promesa revolucionaria que apareció años noventa fue el Fast ForWord basado en los hallazgos de Tallal y Pierci. Hay que decir que se sigue investigando en los efectos de este programa pero no parece que se confirmen las espectaculares expectativas que despertó. Mediante este programa se hace una modificación en la señal del habla, modificando sus características acústicas para conseguir un entrenamiento perceptivo que afectaría de forma inconsciente a los procesos defectuosos de los cerebros de disléxicos y disfásicos. Esto sí sería un cambio fundamental en la estrategia de intervención, ya que por primera vez no intervendríamos modificando un sistema de aprendizaje sino los sistemas cerebrales de reconocimiento y percepción del habla. El programa está disponible sólo en inglés y no parece que se esté difundiendo al ritmo que se esperaba. Quizás en los próximos años se desarrollen en varias partes del mundo, incluido España, otros programas que intentan afectar directamente a procesos cerebrales.

En otro orden de cosas, sí podemos afirmar que ha cambiado sustancialmente la enseñanza de sistemas alternativos de comunicación sin ayuda técnica, gracias a la facilidad de editar productos multimedia. Concretamente disponemos de varios excelentes CD interactivos para el aprendizaje de estos sistemas (Sheaffer, PC, Bimodal y Lengua de Signos). Pero estos sistemas van destinados a que el logopeda aprenda un sistema de trabajo que luego aplica mediante metodología tradicional en su terapia.

  • Limitaciones

He preguntado a mis colegas sobre los aspectos que no pueden ser trabajados con el ordenador. Una respuesta inesperada para mí, es que algunos niños muestran alta motivación ante estas máquinas y, por contraste, su motivación decae cuando se les plantea otro tipo de actividades. Además de éste, han señalado otros aspectos evidentes: grafomotricidad y articulación. Es cierto que podría pensarse que en el futuro pueden ser, precisamente, dos de los aspectos estrella porque aparecerán instrumentos revolucionarios. De hecho, aunque en España sean prácticamente desconocidos, ya existen periféricos que alimentan al ordenador que proveen al paciente de información interna sobre su articulación. Indican en pantalla la posición de tus propios articuladores. Se trata de los palatógrafos. No los he manejado e ignoro su carácter práctico.

Un colega piensa que el ordenador proporciona mucha información que el logopeda no tiene tiempo de consultar y se acumulan resultados que no aportan, por tanto, ninguna información. Creo que esta ajustada crítica debiera trasladarse a los programadores y a sus programas. Sería necesario que se avanzara un paso más para que los programas “tomaran decisiones” por ellos mismos para proponer automáticamente los siguientes pasos en el trabajo con los pacientes. Recientemente pude ver un programa fabricado por itenm.com  llamado “Cognitiva” que está destinado a trastornos específicos de lectoescritura que ya tiene este sistema con toda su potencia. Me imagino que esto puede suscitar más de una crítica. Uno de mis colegas aportaba como una posible limitación de los ordenadores el hecho de que “puede llegar a limitar la creatividad personal del terapeuta, así como la capacidad de estar alerta a cambios tanto positivos como negativos en el tratamiento”.

Hay otro aspecto en el que un ordenador no aporta un grano de arena. La motivación por la comunicación, la intencionalidad comunicativa y el feed-back real que un ser humano aporta a otro cuando interaccionan. La comunicación verbal y no verbal, el contexto y la pragmática se establece entre personas y no entre personas con máquinas.

En resumen, los aspectos más cercanos a micro-habilidades lingüísticas que se aprenden con tareas repetitivas o dependen de procesos atencionales, perceptivos y de bajo nivel cognitivo pueden trabajarse de forma eficaz con estas máquinas. Los aspectos que tienen que ver con macro-habilidades comunicativas que dependen de la regulación ante el contexto y la interacción comunicativa o con procesos de alto nivel de jerarquía cognitiva, con dosis de abstracción y planificación importantes, no son susceptibles, de momento, de ser abordados con los ordenadores. El futuro puede ser diferente y está aquí.

Agradecimiento

Agradezco la participación en la encuesta citada en el texto a Carmelo Fernández Millán, José Antonio Fernández Mora, Andreu Sauca i Balart, Rocío Morales Navarrete, y a otros que prefieren no ser  citados.

Direcciones Web

Autor: José Francisco Cervera

José Francisco Cervera es Vicedecano de Logopedia de la Facultad de Psicología y Ciencias de la Salud Edetania de la Universidad Católica de Valencia (UCV).


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