La educación del futuro: Cambios en la intimidad de los jóvenes

Descripción del cambio en la manera de vivir la intimidad por parte de nuestros adolescentes y jóvenes, de acuerdo con los nuevos valores de la época postmoderna, a través del uso de los medios de comunicación como instrumento para adquirir información sobre temas aún tabúes en el contexto familiar.
Un contexto cambiante
En las últimas décadas, las sociedades occidentales han vivido una mutación histórica, experimentando importantes transformaciones en todos los ámbitos pero sobre todo en lo social. La era moderna ha dado lugar a un nuevo período al que los sociólogos denominan “postmodernidad” o “alta modernidad”. La característica principal de esta nueva etapa encuentra su principal cambio en una transformación o, según se mire, en una evolución de los valores de la sociedad moderna. De esa manera, lo universal deja paso a lo particular, el esfuerzo al placer, el trabajo a la fiesta, lo leído o hablado a lo visto, lo masculino a lo femenino, la construcción a la deconstrucción, lo absoluto a lo relativo, la razón a la emoción y el pasado o el futuro al presente1. En este contexto donde predomina una tendencia generalizada a la delegación de responsabilidades y a la asunción del Estado del Bienestar como un derecho adquirido, los adolescentes y los jóvenes han recibido una socialización contradictoria, sin instrumentos para hacer frente a la sociedad que les ha tocado vivir, con demasiadas facilidades y poca reflexión y con una crisis creciente en la educación de sus valores, que exige un estudio profundo y una revisión en urgencia.
Los nuevos valores de los adolescentes y jóvenes
Los jóvenes de hoy, los que provienen de la gran clase media que predomina en la sociedad occidental actual, han asumido plenamente los valores de la democracia que entienden básicamente como una cultura de solidaridad y de defensa de las libertades individuales. Invierten en los valores finales del pacifismo, la tolerancia o la ecología parte de su manera de entender la vida. Pero se pierden en la aplicación de estos ideales en su día a día, y presentan deficiencias en los valores instrumentales como el compromiso, la abnegación, la participación o el trabajo bien hecho. A menudo se les ha presentado como individuos sobreprotegidos, víctimas de la educación sin esfuerzo y con una importante deficiencia de autoresponsabilidad. Un panorama, ciertamente poco alentador que no hace más que subrayar el creciente desconcierto en el proceso educativo por parte de todos los implicados: escuela, padres, educadores, instituciones. Por lo tanto, es clave un replanteo en la educación para aprender y entender cómo hemos de hacer frente a estos retos.
Son varios los estudios que demuestran que los dos ejes más importantes de los jóvenes son la familia y el bienestar, entendido como calidad de vida. Los amigos ocupan, a su vez, un lugar privilegiado y creciente en el universo juvenil como fuente de aprendizaje informal, de participación de experiencias comunes, de proximidad, identificación y de compartimento de conocimientos. La familia, en continuo proceso de transformación, es considerada el agente de socialización más importante por parte de los jóvenes. Se ha convertido en su contexto de referencia y un espacio de dependencia (económico y moral). El estudio “Valores y pautas de interacción familiar en la adolescencia (13-18 años)” realizado por las profesoras de la Universidad de Valencia Petra María Pérez y Paz Cánovas así lo indica: “Los hijos se encuentran a gusto en casa, tienen de todo (el 50% tiene acceso a un ordenador e Internet, uno de cada tres tiene TV en su dormitorio) y una buena relación con sus padres”2. Una buena relación que, en realidad, es consecuencia de una mayor permisibilidad por parte de los progenitores en la educación de sus hijos, donde los límites son cada vez más difuminados y donde se observa una falta de autoridad latente. Estos fenómenos en las nuevas relaciones padres-hijos justifican la desaparición del mítico conflicto intergeneracional como fenómeno social.
La nueva familia, más reducida, ha asimilado el funcionamiento no tradicional de una nueva generación de padres y madres que ejercen una importante función de protección social y que hacen posible un espacio de buena convivencia y, a menudo, de mutua dependencia entre sus miembros. En ese sentido, la titular de Psicología Evolutiva de la Universidad Autónoma de Madrid Amparo Moreno declara: “Nunca los padres se han preocupado tanto por sus hijos. Pero estamos metidos de `hoz y coz´ en este modelo de consumo. Lo que yo veo son los padres muy cansados”3.
El acceso a las universidades, la ampliación de los estudios y la precariedad laboral son factores claves, por otra parte, de la nueva condición juvenil. La separación radical entre las etapas de estudio y trabajo está desapareciendo de manera rápida. La formación pluridisciplinar y la necesidad de títulos (idiomas, informática, prácticas al extranjero) se combinan con pequeños trabajos que permiten tener unos ingresos mínimos. En el mercado laboral actual difícilmente existen trabajos bien remunerados para jóvenes que, a pesar de estar muy bien preparados, se encuentran con una competencia impresionante y con tareas muy por debajo de sus posibilidades. Muy ilustrativo es el anuncio en la prensa de una escuela empresarial de ESADE en Barcelona que toma por eslogan la frase del best-seller “La buena suerte” de los economistas Álex Rovira y Fernando Trias de Bes: “Tú eres la causa de tu buena suerte, que es la suma de preparación más oportunidad”. Los jóvenes son conscientes de esta situación, de la escasez de oportunidades, que debilita cualquier expectativa de inserción a la vida adulta. De este modo, y dentro el seno familiar, los jóvenes prefieren seguir estudiando y formándose sin renunciar a su apreciada calidad de vida. De esa manera el tiempo libre y el ocio ocupan una posición casi prioritaria en los intereses y preocupaciones de los jóvenes. Es por eso que, por un lado, han construido espacios propios (como la noche o el coche) para disponer de intimidad (individual) o de privacidad (en colectivo) y por el otro se han convertido en los principales consumidores de dos de los grandes ámbitos del tiempo libre: la cultura y el deporte.
La importancia de los medios de comunicación como agente de socialización
Los medios de comunicación convencionales son para los jóvenes el medio donde conseguir más información para interpretar el mundo después de la familia y los amigos. La sociedad de la información es, sin duda, la sociedad de los jóvenes. El culto a la televisión, el cine, la radio y, sobre todo, la llegada masiva del ordenador en las casas, de Internet, los chats, los nuevos móviles, los videojuegos, son la causa que cada día haya más adolescentes cerrados en sus habitaciones, comunicándose virtualmente, jugando o estableciendo encuentros sin saber muy bien con quién. De esa manera, el hogar y, sobre todo, la habitación se convierten en una especie de “santuario”, un mundo a parte que excluye los de fuera, los adultos, los padres pero también aísla los de dentro, los propios adolescentes.
Adolescentes y jóvenes: En tierra de nadie
El sociólogo Salvador Cardús define la adolescencia como la edad sin perfil. Una etapa socialmente incómoda, que conforma un individuo a menudo de carácter ambiguo e ambivalente, profundamente contradictorio que lucha para definir su propio perfil4. Conocer cuáles son las inquietudes y preocupaciones de las nuevas generaciones, qué les gusta, de qué hablan, qué necesitan, cuáles son sus valores y por qué, qué piensan, sin duda puede ser la mejor manera de ayudarles a superar con éxito su adaptación a la modernidad para facilitar así su inserción en la sociedad del futuro.
En esta línea, la educación tendría que tener en cuenta las expectativas, los deseos y las necesidades de los individuos para un aprendizaje óptimo. En el universo adolescente y joven existen unos grandes vacíos en el conocimiento de sus expectativas, por ejemplo. Se ha observado que los adolescentes, los jóvenes cada vez son más adultos en lo referente a gustos, a maneras de vestir, a su forma de hablar, a conductas sociales (y sexuales). Mientras el mundo adulto los considera aún niños, ellos se colocan en el otro lado. Un buen ejemplo lo encontramos en el género de literatura juvenil. En los círculos editores, los institutos, los educadores en general tienden a considerarla una prolongación de la literatura infantil cuando su universo y sus intereses están mucho más próximos al del adulto. En este contexto, los adolescentes toman como referencia el mundo que los precede. Ya hemos visto cómo la familia, los padres y hermanos ejercen sobre sus opiniones una influencia muy importante. La manera a través de la cual interpretan la realidad (el mundo) es, en parte, a través de la mirada de los adultos próximos. De esa manera, la escuela ocupa el lugar de la educación formal. La de los diplomas y calificaciones, la de la enseñanza reglada, la de la autoridad tal y como propugna el filósofo y pedagogo Gregorio Luri: “La escuela es un ámbito privilegiado de la `auctoritas´ en la medida en que permite a los niños y jóvenes distanciarse de sus modelos de referencia familiares (de sus inclinaciones y pensamientos inmediatos) y situarse en condiciones de poder deliberar prudentemente sobre sí mismos y sobre su comunidad”5. Esta formación digamos teórica, lejana a su realidad cotidiana, choca frontalmente con sus intereses más próximos. Anteriormente he apuntado que los jóvenes adquieren conocimientos, se integran a la sociedad a través de la familia, de los amigos pero también de los medios de comunicación. Las nuevas tecnologías (TV, radio, cine y sobre todo Internet) ocupan un lugar muy importante como fuente de acceso al conocimiento por parte de los jóvenes. A través de los medios de comunicación, los jóvenes encuentran las cosas más importantes con relación a las ideas y a las interpretaciones del mundo. Este acceso al saber les permite sentirse integrados en la comunidad y así poder opinar, explicar y discutir. Y es que el adolescente, aún consciente de sus dudas, necesita dejar claro que es él quien decide. A pesar de ocupar un lugar privilegiado para adquirir información, los adolescentes no consideran los medios audiovisuales convencionales como una prioridad en sus preferencias de ocio. El deporte, salir con los amigos o los videojuegos e Internet pasan por delante de la programación televisiva o radiofónica6. Estos datos, sin embargo, no se contradicen con la creciente preocupación de los educadores respecto a la cantidad de horas que los jóvenes pasan frente el televisor y es que, a pesar de no ser una de sus actividades preferidas para emplear el tiempo libre, los adolescentes dedican a mirar la TV muchas horas. Esta contradicción entre necesidades y gustos podría explicarse a través de los mismos medios de comunicación. Si analizamos las parrillas de la programación de los distintos canales actuales, encontramos que no hay ningún programa dedicado directamente al público adolescente. El público juvenil es la gran asignatura pendiente de directores y programadores de los diferentes canales. De esa manera, el espectador adolescente se convierte en un espectador indirecto de toda la programación: desde los dibujos animados de la franja infantil (Shin Chan, Los Simpson) a los programas nocturnos, los late-shows (Crónicas Marcianas, Buenafuente TV), los concursos (Pasapalabra, Operación Triunfo), las series (Cuéntame como paso, Aquí no hay quien viva, El Cor de la Ciutat), los reality shows (Gran Hermano, El diario de Patricia) y los informativos. Géneros televisivos no pensados directamente para los más jóvenes, sino para un público objetivo que no les incluye y que no tienen en cuenta sus necesidades. El adolescente se distancia de los contenidos de la TV porque se siente poco representado con ellos. De hecho, los programas preferidos por este público son las ficciones, las series donde aparecen personajes jóvenes con problemas muy parecidos a los suyos y a través de los cuales se pueden identificar. Aunque esta identificación no implica necesariamente una imitación de la conducta sino la comprensión de sus problemas y las razones de sus acciones. La profesora de la Universidad Autónoma de Barcelona Magdalena Albero, en su trabajo de investigación titulado “Violencia, sexo y televisión: la mirada adolescente”, llegó a la conclusión que a los adolescentes les gustaría ver en la TV programas dirigidos a ellos y que no sean forzosamente de ficción. También les gustaría que en la TV se hablase de aspectos de la realidad que les rodea y que no salen habitualmente en los medios de comunicación como las drogas, la sexualidad, la pobreza o los problemas graves que pueden vivir las familias. Quieren programas no educativos en el sentido tradicional sino informativos, que hablen de ellos y de sus inquietudes evitando paternalismos y que favorezcan la participación7.
Los medios como experiencia individual. La transformación de la intimidad
Los jóvenes y adolescentes reclaman a la TV información sobre temas que los confunden. Reivindican la posibilidad de conseguir la información según sus necesidades de manera directa. Y es que el adolescente se convierte en un nuevo “experimentador” que concede autoridad a las personas experimentadas pero que no se atreve a preguntar a los padres sobre todos los temas. El sexo, por ejemplo, sigue siendo un tema tabú. Un secreto entre los amigos (que se convierten en la única referencia) y en menor proporción entre los hermanos. Los jóvenes buscan información sobre el tema de manera individual, a través de Internet. La aceptación por parte de este público de programas como el de la sexóloga Lorena Berdún en TVE “Me lo dices o me lo cuentas” pone de manifiesto la necesidad que tienen los jóvenes de encontrar en la televisión programas donde se hable de sexo, sin la necesidad de llevar la etiqueta de educativos. En Cataluña el programa radiofónico “Prohibit als pares”8 (Prohibido a los padres) de la emisora Flaix FM ha supuesto un hito en este sentido. Sin entrar en consideraciones cualitativas sobre el valor educativo e (in)formativo de este programa (hay que tener en cuenta que Flaix FM es una radio privada y que por lo tanto se rige por los criterios de la audiencia y de los intereses comerciales), el programa ha conseguido crear un espacio de encuentro donde los adolescentes se sienten representados y sobre todo escuchados, donde pueden hablar sin miedo de sus preocupaciones y consultar sus dudas sexuales. Los elementos que configuran el programa garantizan su éxito, porque es nuevo y porque no existe otra propuesta similar. En primer lugar por la temática. Los adolescentes consideran el sexo como una parte muy importante de su vida privada, de su proceso de independencia. Como señala el sociólogo británico Anthony Giddens en referencia a la sociedad moderna, “la intimidad implica una absoluta democratización del dominio interpersonal, en una forma en todo homologable con la democracia en la esfera pública”9. Los adolescentes, en esta época de postmodernidad a la que hacía referencia al principio, gozan de esta democratización de las emociones y los sentimientos de manera autónoma y la intimidad adquiere el sentido de campo a conquistar. El consumo individual de un medio como la radio que permite a su vez aislarse de los demás a través de los auriculares hace posible la exclusión de los adultos. De hecho ésta es la filosofía del programa: entrar a “Prohibido a los padres” es entrar a un mundo sin adultos, sin censuras, sin reproches ni preguntas. Un mundo (gracias a las posibilidades de las ondas) que permite estar sin ser visto, escuchar sin necesidad de hacer preguntas, de hacerlas sin posibilidad de ser juzgado. Además en el contexto de la noche que propicia las confidencias y las medias voces, los secretos, la seducción y la transgresión. Muchos son los adolescentes que escuchan el programa desde la cama, a escondidas de sus padres, desde la oscuridad. En los institutos algunos profesores se han quejado que los alumnos les llegan muertos de sueño a clase (porque se han quedado escuchando el programa hasta el final). Ellos, mientras, crean foros de discusión en Internet sobre el programa, comentan la jugada, se reconocen en sus llamadas y comentarios, adquieren más información sobre las relaciones sexuales y se sienten integrados en un universo creado en exclusivo para ellos, donde son los verdaderos protagonistas.
¿Y la educación en la televisión?
Ese fenómeno inédito pone de manifiesto la importancia que los medios de comunicación, en su función de agente socializador, en su virtud de ser transmisores de valores y conocimientos, deben revisar sus contenidos, tienen que crear espacios de información y entretenimiento para los jóvenes priorizando sus necesidades y no los del propio mercado. El poder de formación, de ofrecer aprendizaje que tienen los medios de comunicación tiene que ser un objetivo primero por parte de sus directivos. Y más teniendo en cuenta que los jóvenes ven en los medios generales una importante fuente de información sobre el mundo, después de la familia.
La sociedad ha de poder y debe integrar esa forma de conocimiento en el proceso educativo. La responsabilidad en la educación de los jóvenes debe ser compartida y transversal: escuela, familia, instituciones y, por supuesto, medios de comunicación. Sólo de esta manera podrá ser posible una integración con garantías de los adolescentes y los jóvenes en la sociedad del futuro.
Notas
- Tabla sobre los cambios de valores. Autor JAVIER ELZO IMAZ en “La educación del futuro y los valores”. Fundación Jaume Bofill i FUOC, 2004.2.- Información extraída de la noticia titulada “El 42% de los padres confiesa no saber cómo educar a sus hijos en edad adolescente”, publicada en el periódico La Vanguardia del 5 de junio del 2002.3.- Artículo “España, a la cola de la conciliación entre familia y trabajo”, VVAA. Magazine de La Vanguardia (11/09/05).4.- CARDÚS, S. (2000). “El desconcert de l'educació”. Barcelona: La Campana. Pg. 161.5.- Artículo “Restauración de la `auctoritas´” de GREGORIO LURI, incluido en el tema de debate de La Vanguardia “La autoridad en la escuela” (11/09/05).6.- Según el estudio: “La Televisión y otras alternativas del tiempo libre”, de J. FERNÁNDEZ CAVIA, en la tesis doctoral “El consumidor adolescent. Motivacions, actituds i marques i la publicitat”, pg. 169 [capítulo 3: “La TV com a mitjà publicitari”]. UAB, Barcelona, 2002.7.- ALBERO, M. “Violencia, sexo y TV: la mirada adolescente”. UAB y CAC.
8.- “Prohibit als pares” es un programa de radio de participación que Flaix FM (Cataluña) emite de lunes a viernes de 23.00h. a 1.00h. desde septiembre del 2003. Conducido por Josep Lobató, cuenta con asesoramineto de sexólogos y psicólogos para aconsejar sobre sexo a los jóvenes. El pasado abril del 2005 la editorial La Magrana publicó el libro con el mismo título que recogía algunas de las preguntas y respuestas del programa. Esta publicación ha sido un verdadero éxito de vendas.
9.- GIDDENS, A. (2000). “La transformación de la intimidad. Sexualidad, amor y erotismo en las sociedades modernas”. Madrid: Ediciones Cátedra. Pg. 13.
Bibliografía
- ALBERO, M. “Violencia, sexo y TV: la mirada adolescente”. Barcelona: UAB y CAC.
- CARDÚS, S. (2000). “El desconcert de l'educació”. Barcelona: La Campana.
- ELZO, J. (2004). “La educación del futuro y los valores”. Barcelona: Fundación Jaume Bofill i FUOC
- GIDDENS, A. (2000). “La transformación de la intimidad. Sexualidad, amor y erotismo en las sociedades modernas”. Madrid: Cátedra.
Autor: Marta Vives Masdeu
Marta Vives Masdeu es licenciada en Comunicación Audiovisual por la Universidad Pompeu Fabra (Barcelona) y ha realizado los cursos de doctorado en Comunicación Social en la Universidad Pompeu Fabra. Periodista, desde hace ocho años, en la emisora nacional Catalunya Ràdio, desempeñando las funciones de producción, realización y guión de distintos espacios y programas en las sintonías de Catalunya Ràdio y Catalunya Cultura.

