Los «reality show» Una visión crítica y didáctica del fenómeno de la telerrealidad

Análisis crítico del mundo de los "reality show" y propuesta para tratar tan controvertido tema en el aula como herramienta educativa.
En septiembre, todas las televisiones hicieron lo posible para terminar de perfilar sus novedades para la presente temporada. En esta nueva campaña televisiva, varias cadenas han apostado fuerte por el género televisión del “reality show”. Aunque el fenómeno de la telerrealidad desembarcó hace ya unos años en nuestro país, será en la temporada 2004-2005, cuando este formato televisivo tendrá una mayor presencia en la pequeña pantalla. Por este motivo, es interesante que conozcamos este formato que causa furor entre los más jóvenes, para así poder plantear un conjunto de reflexiones y actividades sobre los valores, hábitos, conductas y comportamientos que se transmiten con programas de este tipo.
La carrera del “reality” está en marcha. El pistoletazo de salido lo dio Telecinco (www.telecinco.es) con la sexta edición del insumergible Gran Hermano (GH). La vida en la casa de Guadalix de la Sierra empezó con la entrada de sus trece nuevos habitantes elegidos de entre más de 130.000 aspirantes. Personas anónimas que han convivido bajo el mismo techo durante los casi tres meses del concurso. En esta ocasión, han elegido un elenco variado de personajes: un transexual funcionario de defensa, un entrenador de cadetes del Atlético de Madrid, un taxista, un asesor financiero, una exlegionaria, una modelo y hasta han puesto un triángulo amoroso (un tipo y sus dos exnovias). Todos ellos rodeados las veinticuatro horas por cámaras que captaron sus movimientos. Concretamente esto, el día a día de sus inquilinos, las relaciones interpersonales y los conflictos surgidos entre ellos, nutrieron, gala tras gala, el morbo y la curiosidad de la audiencia.
En esta edición, todo no ha sido enfrentamientos, gritos y odios viscerales. En un intento de dignificar el programa, se han puesto en marcha varias iniciativas de sensibilización ciudadana: la primera fue “Apaga y vámonos” (www.telecinco.es/nofumes), campaña antitabaco con la que concursantes y algún sector de la audiencia, intentaron dejar el hábito de fumar. Más dio de que hablar el que, desde Moncloa, se apoyara la divulgación de las bases de la nueva Constitución Europea aprovechando una de las pruebas semanales de este concurso. Los grandes hermanos aprendieron los principios básicos de la Constitución para explicárselos a una ciudadana de nacionalidad polaca que entró en la casa de Guadalix.
Antena 3 (http://www.antena3tv.es) también se ha apuntado a la moda de la telerrealidad y puso en su parrilla La Granja. Un programa que ha llegado a España precedido por el éxito cosechado en otros países. Con una mecánica similar a GH, el principal reclamo de este “reality” consiste en situar a unos supuestos personajes “famosos”, acostumbrados al lujo y a una vida acomodada, dentro de una granja del siglo XIX. Los concursantes deben comportarse como auténticos granjeros y ocuparse de todos los quehaceres propios de unos campesinos para poder sobrevivir y, como no, conseguir un preciado premio (120.000.-€). La gala de la final se convirtió en la emisión más vista de este programa desde su estreno y en el segundo espacio más seguido del día con una audiencia de 3,6 millones de telespectadores.
Cabe destacar que La Granja no ha estado exenta de polémicas. Hemos podido ver insultos, peleas y concursantes elogiando las virtudes del alcohol como método eficaz para evadirse de la realidad. Pero lo más curioso fue la creación de un manifiesto contra la presentadora del programa (“Terelu: te has pasado. Esas no son formas de tratar los sentimientos de los concursantes”) por hacer un ensañamiento impúdico de las relaciones personales de sus concursantes.
De entrada, estos dos realitys se han convertido en el aperitivo de principio de temporada. Gran Hermano ha sido el show con más acogida entre el público con una medio de 4.529.000 espectadores (29,4% de cuota).
Aunque este año Operación Triunfo nos haya dado un respiro, a principios de 2005 se espera un duelo en prime time entre dos programas de telerrealidad: Gran Hermano Vip (Telecinco) y La isla de los famosos (Antena3). Cabe destacar que esto no es lo único que nos depara el futuro televisivo. Día tras día se publican noticias en diferentes medios sobre posibles nuevas fórmulas de telerrealidad que ha adquirido ésta u otra cadena y que pronto se pondrán en antena. Éste es el caso de TVE, que según informaciones recientes, prepara un programa en el que dos personas intercambiarán sus vidas.
El origen del "Reality Show"
Para buscar el origen de este tipo de programas, tenemos que hacer memoria y situarnos en la década de los setenta. Por aquel entonces llegaba a todos los hogares norteamericanos un concurso llamado Queen for a day. En cada una de sus emisiones, se presentaban varias invitadas que iban contando sus desdichas y problemas personales. Al final, los espectadores elegían cuál de las mujeres debía ser nombrada “reina por un día”. En aquellos mismos años, también surgió el llamado documental en vivo con el que los realizadores pretendían mostrar cómo vivía la gente corriente. Todas estas iniciativas fueron sentando las bases del que podríamos considerar el pariente más próximo del “reality show”: los “talk show”.
El boom de este tipo de formato se produjo durante los noventa. Todos los canales hicieron un hueco en sus parrillas a espacios en los que personas de diferente índole asistían al plató a contar sus historias. En pleno apogeo de estos programas de testimonios, la cadena norteamericana MTV puso en marcha un interesante proyecto llamado The real world (1992). En él, un grupo de jóvenes convivían en un piso de San Franciso bajo la mirada atenta de varias cámaras de televisión. La filosofía de The real world marcó un precedente en el sector audiovisual. Los miembros de la productora Endemol tomaron buena nota de ello y, a partir de las bases del programa de la MTV, dieron forma al que se convertiría en uno de los espacios televisivos con más éxito en todo el mundo: el Big Brother (Gran Hermano).
En 1999, los holandeses fueron testigos de lo que se vendió como un innovador experimento sociológico. Se emitía por primera vez Big Brother. Los telespectadores pudieron observar, a través del televisor de sus casas, todo lo que les sucedía a un grupo de hombres y mujeres encerrados voluntariamente en una casa. La fórmula del “reality“ fue un éxito total y se exportó a muchos países, entre ellos España. Con el tiempo, se ha convertido en un género muy versátil que ha ido adquiriendo todas las formas posibles para conseguir un único propósito: no aburrir al telespectador. Hoy en día, hay programas de telerrealidad para todos los gustos: Supervivientes, Operación Triunfo, Confianza ciega, La casa de tu vida, La isla de los famosos, La Granja, Gran Hermano Vip, El Bus, Por ti, Hotel Glam y El Castillo de las Mentes Prodigiosas son algunos ejemplos de ello.
Lo último relacionado con los “reality” se llama Draw together y hace poco que se ha estrenado en la cadena norteamericana Comedy Central. Se trata de una serie de animación en la que ocho personajes de dibujos animados entran en una casa repleta de cámaras para convivir juntos. Cada uno de ellos tiene un perfil fácilmente reconocible: superhéroes, personajes de inspiración Disney o con looks muy actuales, y otros que parecen haber salido de videojuegos o bien de Internet. Draw together se ha basado en los principales programas de este género y, por este motivo, durante los diferentes capítulos se reproducirán los tópicos más frecuentes que se dan en este tipo de espacios.
In & Out
Los concursantes de los “reality show” son cuidadosamente seleccionados. Han de tener algún rasgo que llame la atención y que pueda generar polémica. Por este motivo, el proceso de casting de sus participantes se convierte en un momento crucial, ya que el éxito o fracaso de uno de estos programas dependerá, en gran medida, del juego que puedan dar los “seleccionados” durante el tiempo que dure el concurso.
En principio, este tipo de formato se promocionaba como una gran experiencia en la que se pretendían transmitir y fomentar unos ideales nobles: cooperación, trabajo, solidaridad, convivencia y un largo etcétera. La idea en sí era buena pero, en realidad, no se ha conseguido ninguno de estos buenos propósitos. Ha prevalecido el negocio y… ¿qué es lo que más vende? Pues muy sencillo, los enfrentamientos, los insultos y los debates insustanciales. Es verdad que ésta no es la tónica dominante durante todo el programa, pero al final, debido a la gran cantidad de subproductos televisivos que se generan alrededor de ellos, éste es el mensaje que llega y que retienen la mayoría de espectadores. El auge de este género parece imparable y hasta ha creado nuevas formas de hacer televisión. Éste es el caso de lo que se denomina como “killer format”, es decir, un programa que nutre de contenidos al resto de programas de la misma cadena.
Muchas personas fantasean con tener su minuto de gloria, alcanzar la fama y ser reconocidos por miles de personas. Esto es un caramelo muy goloso que las televisiones están poniendo al alcance de cualquiera. Ya no vale tener un talento especial o destacar por el propio trabajo o esfuerzo para salir en los medios de comunicación. Ahora, quienes participan en programas de telerrealidad se convierten instantáneamente en personajes populares con club de fans y una gran cantidad de seguidores y detractores. Además, haber intervenido en estos “reality” abre las puertas a determinadas salidas profesionales. ¿Cuántos concursantes de estos programas son, a día de hoy, contertulianos o colaboradores habituales de los principales magazines que se emiten por televisión? Bolígrafo, papel y un rato de zapping nos desvelan este misterio.
¿Es realmente la televisión que realmente queremos?
Ante esta situación, ¿qué podemos hacer los televidentes? La tarea no es fácil. Padres y educadores han de trabajar conjuntamente utilizando el diálogo y la comunicación como principales herramientas para abordar estos temas. La televisión se ha impuesto en nuestras vidas cotidianas e influye en la creación de ideas, valores y estereotipos. Prohibir que los chicos y chicas vean unos programas o que simplemente miren lo que les apetezca no es una buena solución en ninguno de los dos casos. Desde casa, padres e hijos deben acostumbrarse a ver juntos la televisión y, ante determinadas situaciones, comentarlas para que no pasen por alto y así evitar caer en la pasividad frente ciertos contenidos.
En el ámbito escolar, los/as docentes pueden poner en marcha diferentes tipos de actividades y estrategias para hacer reflexionar al alumnado. Lo ideal sería conseguir que se adquiriera una actitud crítica sobre todo aquello que, día a día, se está colando por las rendijas de nuestros televisores. Algunos se dirán que éste puede ser un objetivo difícil de conseguir o que simplemente los currículos académicos están demasiado llenos. No se trata de crear un espacio propio para estos temas, sino intentar hacer un hueco en los contenidos que se trabajan habitualmente en el aula. Pensemos que el factor motivador está garantizado de antemano si tratamos estas temáticas con el alumnado.
Manos a la obra
El tema de la telerrealidad se puede abordar desde diferentes puntos de vista. A continuación, presentamos una recopilación de sugerencias didácticas para orientar a los docentes interesados en trabajar este tipo de contenidos en sus clases. Los planteamientos que se han elaborado deben tomarse como una pauta para realizar unas propuestas más contextualizadas al grupo con el que se está trabajando.
- Indagar entre el alumnado para conocer lo que saben acerca de los “reality show”. Para ello, se puede proponer una lluvia de ideas en la que aporten los diferentes aspectos que caracterizan este formato televisivo. Con todas las ideas que, previamente, se habrán recopilado en la pizarra, el grupo clase deberá construir una definición propia de dicho concepto.
- Una vez establecido el concepto de “reality show”, se puede realizar un listado de programas de este tipo.
- Preguntar cuál de ellos es su favorito.
- Reflexionar sobre qué aspectos gustan más y menos de estos programas indicando, en cada caso, el porqué de su elección.
- Redactar el proceso y normas de funcionamiento de estos espacios en forma de esquema.
- Construir una tabla de doble entrada en la que se recojan los valores y contravalores que se transmiten con programas de este tipo. ¿Cuál de las dos categorías tiene más peso? Aportar la opinión personal sobre este tema.
- Los “reality show” están considerados como un género televisivo. Averiguar el nombre de otro tipo de géneros televisivos aportando varios ejemplos de cada uno de ellos.
- Interrogar sobre qué programa es el que gusta más. El alumno tendrá que indicar qué aspectos le aporta el visionado de ese espacio televisivo.
Los programas de telerrealidad se promocionan diciendo que muestran la realidad tal como es dentro de una casa, en una isla, en un hospital, en una granja, etc. Indicar si este planteamiento es correcto desde su punto de vista y por qué. Además, para completar esta actividad, el/la profesor/a puede preguntar sobre los elementos que pueden influir en los concursantes para que, esa realidad, se vea tergiversada.
- Indicar qué tipo de personas entran en estos concursos. Para ello se utilizarán únicamente adjetivos.
- Uno de los aspectos más característicos de los “reality” son los conflictos entre los concursantes. Realizar un listado con los principales conflictos de los que somos espectadores cuando vemos estos programas. ¿Por qué motivos se producen? ¿Cuál suele ser su desenlace? ¿De qué forma se solucionan? Preguntar al grupo clase cómo solucionarían ellos las mismas situaciones que viven los concursantes de estos “reality”.
- Las discrepancias son cada vez más frecuentes en diferentes ámbitos de nuestra vidad (familia, amigos, escuela, etc). El alumnado tendrá que reflexionar sobre cuál es la mejor forma de resolverlas.
Los “reality” han sido clasificados como “telebasura”. El alumnado tendrá que indicar qué es lo que considera como “telebasura”. Si existen diferentes visiones sería interesante que buscasen las razones de dicha diferencia. Reflexionar sobre los diferentes aspectos que debe tener un programa para que sea considerado de esta forma. ¿Coinciden las diferentes visiones del alumnado sobre la “telebasura”?
- Preguntar al grupo clase si consideran los “reality” como “telebasura” e indicar el porqué.
- Iniciar un debate a partir del siguiente planteamiento: “La telebasura es culpa de los espectadores que ven la televisión porque demandan este tipo de programas o, por el contrario, de los responsables de la cadenas”. Una vez finalizada esta actividad, y de forma individual, cada alumno/a deberá poner por escrito la conclusión personal a la que ha llegado después de realizar este debate.


