Competencia mediática y educación: una alianza necesaria

Especial Competencia mediática de Comunicación y Pedagogía
Especial Competencia mediática de Comunicación y Pedagogía

Reflexión acerca de la necesidad de formar en medios y la manera de integrarlos en el mundo educativo, a partir de conceptos como competencia en comunicación.

El consumo diario de los medios no garantiza que se adquieran competencias, por lo que es imprescindible una formación crítica en alfabetización audiovisual y mediática, entendiendo éstas como las destrezas, habilidades, actitudes y aptitudes mínimas –que no profesionales– para poder interpretar juiciosamente el bombardeo de imágenes, contenidos y aplicaciones de comunicación, que forman parte ya consustancial de nuestro hábitat cotidiano.

Las instituciones educativas, sin embargo, se caracterizan por la lenta introducción de los cambios dentro de sus estructuras. En el contexto de las sociedades de la información, esta peculiaridad constituye una auténtica inadaptación a las necesidades formativas y a las exigencias organizacionales, debido a un entorno en continuo movimiento y transformación.

El consumo de medios de comunicación es un hecho innegable.
El consumo de medios de comunicación es un hecho innegable

Ello nos lleva a preguntarnos: ¿en qué medida estos medios y recursos son utilizados con fines educativos en las escuelas? ¿Cuál es su impacto sobre el aprendizaje del alumnado? ¿Qué está aportando? ¿Está generando su integración mejoras e innovación en las prácticas de enseñanza y en los métodos desarrollados por el profesorado? ¿Qué nos dice la investigación sobre lo que está pasando con la educación mediática en el contexto educativo?

De la educación en medios a la educación mediática

El consumo de medios de comunicación en la sociedad actual es un hecho innegable. Las horas frente a las pantallas de todos los sectores sociales copan gran parte del tiempo de ocio de los ciudadanos de cualquier rincón del mundo. La comunicación audiovisual adquiere una especial trascendencia en el contexto en el que nos movemos, donde las Tecnologías de la Información y la Comunicación saturan todos los ámbitos de la esfera cotidiana. Sin embargo, ante esta presencia masiva de los medios, los ciudadanos han contado con pocas experiencias formativas de desarrollo de sus competencias mediáticas audiovisuales. Ni los centros educativos, ni las asociaciones cívicas ni los medios de comunicación han fomentado el desarrollo de la competencia audiovisual como eje para el fomento de una ciudadanía crítica desde la óptica audiovisual.

En la actualidad, forma parte de la respiración del ser humano el envío y recepción de correos, sms, whatssapps, acceso a foros, blogs e infinitas aplicaciones que saturan nuestro día a día en cualquier lugar y en cualquier momento. Todo ello está dando lugar a que recibamos mucho y procesemos poco; la mente recibe, pero no procesa, el bombardeo impide pensar y en algunos casos se está produciendo el “síndrome de cansancio de la información” o “sobrecarga comunicativa”. Toda la información está mezclada, con confusión, distracción y desorden.

En este escenario crecen niños y adolescentes. La tecnología equivale a un órgano con el que han nacido y lo tienen constantemente palpitando: con ella se forman, se comunican, se divierten y en ella lo encuentran todo. Tanta información y dependencia de la tecnología conlleva sus riesgos y son muchos los autores que venían alertando de lo que esta supersaturación mediática podía ocasionar en nuestra sociedad. McLuhan y Powers (2002: 103) hace más de dos décadas ya nos advertían de los peligros de la sobreinformación: “Lo que puede ocurrir como el discernimiento más importante del siglo XXI es que el hombre no fue diseñado para vivir a la velocidad de la luz. Sin el equilibrio de las leyes físicas y naturales, los nuevos medios de comunicación harán que el hombre implosione sobre sí mismo. Al estar sentado en el cuarto de control de información, ya sea en el hogar o en el trabajo, recibiendo información a enormes velocidades (de imagen, sonido o táctil) desde todas las áreas del mundo, los resultados podrían ser inflativos y esquizofrénicos. Su cuerpo permanecerá en un solo lugar pero su mente volará hacia el vacío electrónico, estando al mismo tiempo en todos los lugares del banco de datos”.

Es imprescindible formar en medios.
Es imprescindible formar en medios

Desde la educación, tenemos que trabajar la habilidad a la hora de seleccionar información, el uso de los recursos comunicativos y también la capacidad de asimilación y reflexión sobre los datos. Si estamos inmersos desde edades tempranas en un exceso desmesurado de signos, tendremos que apostar de forma paralela por la alfabetización mediática, digital y audiovisual, pero también se hace necesaria una alfabetización crítica que oriente sobre las habilidades básicas de esa competencia tecnológica que los escolares deben conseguir:

  • Hacer buen uso de herramientas telemáticas.
  • Diferenciar información relevante de la que no lo es y conocer herramientas básicas de búsquedas, bases de datos y otros sitios webs de interés.
  • Saber aprovechar las posibilidades comunicativas de las redes telemáticas.
  • Dar a conocer las posibilidades formativas de los entornos virtuales de enseñanza-aprendizaje.

Abordamos a continuación algunos postulados evidentes acerca de la integración de la educación en medios en el contexto escolar y algunas reflexiones sobre la asociación ilícita entre medios tecnológicos e innovación educativa o motivación.

Los medios median

Sobre esta afirmación tan concluyente no habría que perder la perspectiva de considerar a la educación, como a todas las dimensiones sociales, una dimensión relativa, es decir, hay que considerarla en toda su complejidad para no caer en la tentación de asignarla según una taxonomía maniquea tan al uso o anteponer unas realidades sobre otras por suponer que poseen mayores posibilidades intrínsecas.

En ocasiones, nuestro equipaje docente está repleto de artículos, presentaciones, actividades, etc., que en muchas ocasiones nos han servido como “mediadores” entre nuestro esfuerzo por enseñar y el esfuerzo de los alumnos por aprender. Estos “puentes cognitivos” respondieron en su día a cuestiones tales como: ¿con qué medios lograré aproximar mejor la experiencia a los alumnos? ¿Qué medio utilizo para que se capte mejor los contenidos? ¿Qué recurso hará más accesible esta idea? ¿Qué instrumento podrá hacer más comprensible esta materia?...

Si son medios, no son fines

No existe, como en otros tantos conceptos, una definición unívoca sobre lo que es un medio de enseñanza y, por otra parte, existe una clara superposición de los campos semánticos de “medios” y “recursos”. De forma general, podríamos definir los medios y los recursos como aquello que los docentes utilizamos de forma expresa para alcanzar unos objetivos de aprendizaje de índole diversa (transmitir, clarificar o ampliar contenidos, desarrollar habilidades cognitivas, apoyar estrategias metodológicas…). Esta definición es bastante general pero, aún más general, cabría decir que medio es cualquier factor que pueda estimular el aprendizaje y ha sido insertado curricularmente de una forma intencional por el docente en los procesos de enseñanza y aprendizaje.

En todo medio o recurso didáctico siempre hay dos planos fundamentales: uno físico, material o instrumental y un componente inmaterial o simbólico. Ambos interactúan en un contexto particular de comunicación educativa con el fin de facilitar el aprendizaje.

Las taxonomías de medios son significativamente limitadas

Existen dos grandes propuestas para abordar el tema de la clasificación de los medios y recursos: las taxonomías y los modelos de medios. Las taxonomías responden a unos esquemas más o menos rígidos y formalizados y con una fuerte orientación de tipo conductista; mientras que los modelos, más flexibles y analíticos están más orientados hacia esquemas cognitivos.

En general, parece haber un consenso generalizado en que el medio en sí no determina la bondad pedagógica de la comunicación didáctica. Incluso cuando queremos utilizar un medio en concreto debemos tener en cuenta si ese medio es el idóneo para transmitir unos conocimientos específicos: los sistemas simbólicos del medio, la naturaleza del mensaje y la tecnología de transmisión son tres factores que condicionan una decisión sobre qué medio emplear en casa caso.

También queremos insistir en la variable docente porque distintas metodologías provocan usos diferentes de los distintos medios y en los mismos contextos y, sobre todo, relativizar la función de los recursos didácticos y contemplarlos desde una visión más integradora y no desde una presencia puntual y hasta testimonial en el acto didáctico.

Los docentes somos diseñadores y productores de medios

Nuestra propia concepción del aprendizaje y de la enseñanza hace que el diseño y la producción de medios lo contemplemos desde ópticas muy diferentes. La comercialización de la educación es una realidad casi incontestable a todos los niveles, desde las propuestas pedagógicas en Educación Infantil hasta la producción bibliográfica en la educación universitaria.

Otra consideración añadida es que la creación de medios y recursos supone un trabajo y esfuerzo adicional por parte del docente que no es reconocido ni remunerado.

Siempre será preferible el diseño y producción de medios y recursos abiertos o deliberativos, como propuestas orientadoras que se puedan enriquecer y ampliar con la colaboración de los que enseñan y los que aprenden.

La variable docente (estilo de enseñanza, metodología, clima social del aula…) se nos antoja como una pieza clave en todo el entramado de lo que es indudablemente una técnica pero que también, indudablemente, es un arte: enseñar. Los medios y los recursos no son fines en sí mismos sino que forman parte articulada de esa técnica y ese arte que antes mencionábamos y que nuestros alumnos perciben como un todo.

La integración de medios y TIC en la enseñanza exige entre otros requerimientos, los que a continuación detallamos:

  • Un colectivo docente formado como usuario y con competencias mediáticas desde el punto de vista didáctico.
  • Condiciones arquitectónicas y organizativas de los centros educativos que tengan en cuenta la posibilidad de la construcción del conocimiento en espacios virtuales y no exclusivamente constreñido al espacio físico del aula.
  • Equipamiento, dotaciones y buenos accesos a nivel de centros.
  • Reflexión sobre la viabilidad de la integración de tecnología digital y la consideración de nuevos espacios y escenarios de enseñanza-aprendizaje.
  • Visión crítica de la sociedad mediática y creación de comunidades de aprendizaje cooperativo.

Hay que reconocer que, hoy por hoy, el discurso tecno-educativo no ha sabido vertebrar las rutinas académicas y las autopistas de la información y el ciberespacio, pueden ser solamente estrellas fugaces, diluidas entre las Matemáticas de 9:30 a 10:30 y el Conocimiento del Medio de 13:00 a 14:00 horas, entre aprendizajes segmentado en módulos temporales estancos y en espacios físicos invariables (Correa y Guzmán, 2004).

Reflexiones sobre su integración en el contexto educativo

El concepto de competencia, surgido en el mundo empresarial, gradualmente se ha ido incorporando al mundo académico, hasta convertirse en un eje conceptual de las reformas educativas en la mayoría de los países de la Unión Europea, incluido el Estado español. Según las Recomendaciones del Consejo Europeo de diciembre de 2006 se conoce por “competencia” una combinación de conocimientos, capacidades y actitudes necesarios para un determinado contexto. Y se puede definir el concepto de “competencia clave” o “competencia básica” como un conjunto multifuncional y transferible de conocimientos, destrezas y actitudes que todas las personas necesitan adquirir en el proceso de enseñanza obligatoria para su realización y desarrollo personal, inclusión en la sociedad y acceso al empleo. Deben ser transferibles y, por tanto, aplicables en determinados contextos y situaciones.

Un buen equipamiento es básico para la formación mediática.
Un buen equipamiento es básico para la formación mediática

Ahora bien, la “competencia en comunicación” está inmersa en un entorno digital. Por lo tanto esos conocimientos, habilidades y capacidades, en unión de los valores y actitudes, sirven para alcanzar objetivos de competencias audiovisuales y han de ser aprendidas y aplicadas con herramientas digitales. En este sentido, la persona que desarrolle esas competencias tendrá capacidad para desenvolverse en distintas dimensiones, entre las que destacan la comunicativa y la tecnológica. “El creciente consenso mundial sobre la educación en medios implica un cambio de escala, de modo que las prácticas aisladas en clase pasen a ser generalizadas en el desarrollo curricular nacional. En pocas palabras, este razonamiento se puede resumir alrededor de seis “C” de competencias clave de la educación en medios: comprensión, capacidad crítica, creatividad, consumo, ciudadanía y comunicación intercultural” (Frau-Miegs y Torrent, 2009).

Las iniciativas políticas para incentivar la integración de los nuevos medios en la escuela se han venido sucediendo desde mediados de los ochenta desde diversas instancias sociales y ámbitos, sean regionales, nacionales o internacionales. Sin embargo, a pesar de la penetración de las mismas en otros ámbitos educativos, como la formación continua de las empresas e instituciones y centros formativos privados, en la escuela estos intentos no han tenido el resultado previsto a pesar de los recursos financieros dedicados. Ante esta situación resulta preciso que nos preguntemos por las causas que hacen que muchos de estos intentos e iniciativas políticas hayan fallado.

Desde nuestro punto de vista existen variadas y múltiples razones para explicar la necesidad de que se integre y trabaje la competencia mediática en contextos educativos:

  • Porque la escuela, como institución social y educativa, no puede dar la espalda y ser ajena a la cultura y tecnología de su época.
  • Porque los actuales alumnos (adolescentes y jóvenes) son usuarios habituales de las distintas tecnologías digitales (videojuegos, Internet, redes sociales, televisión digital, móviles, cámaras, etc.).
  • Porque la escuela debe alfabetizar y desarrollar las distintas competencias y habilidades de uso de los medios y TIC de forma que preparen a los niños y jóvenes ante los retos de la sociedad del futuro.
  • Porque la educación mediática puede ayudar a innovar y mejorar los procesos de enseñanza y aprendizaje que desarrollamos en las aulas y centros educativos.
La educación mediática puede ayudar en los procesos de enseñanza y aprendizaje.
La educación mediática puede ayudar en los procesos de enseñanza y aprendizaje

Lógicamente, no puede pensarse que la dotación mediática y tecnológica, vaya a resultar como tal la llave y solución de todos los males del sistema educativo. La experiencia de integración curricular de los medios y las tecnologías en los procesos de enseñanza-aprendizaje requiere necesariamente la adopción de medidas no referidas exclusivamente a dotaciones tecnológicas, sino también al diseño y puesta a disposición del profesorado de materiales, formación, y a la organización. Los problemas de una adecuada integración curricular, por tanto, posiblemente se ocasionan por no saber qué hacer, cómo hacerlo, para quién y por qué hacerlo.

Existe un consenso generalizado sobre la pertinencia de desarrollar políticas y acciones formativas destinadas a facilitar el acceso a la cultura y alfabetización acordes a la sociedad de la información.

Los intentos e iniciativas para integrar los medios y las Tecnologías de la Información y la Comunicación en la educación en general, y en la escuela en particular se han venido sucediendo desde mediados de los años ochenta, sin embargo lo que conocemos sobre los efectos de estas medidas no nos hacen ser muy optimistas sobre la eficacia de las mismas hasta el momento.

Como ya hemos indicado, puede decirse que ha habido una apuesta política en planes anteriores para la dotación de infraestructura, pero ésta no ha sido correspondida con medidas eficaces para una renovación pedagógica relevante (Aguaded y Tirado, 2008). Ciertamente, existe una conciencia internacional de que deben desarrollarse acciones e investigaciones a gran escala si realmente se quiere tener éxito en el establecimiento sostenible de prácticas educomunicativas que alcancen a gran parte de la población.

Algunas conclusiones para debatir...

Junto a la vertiginosa dinámica de cambios a la que estamos sometidos, las herramientas de comunicación de que disponen niños y adolescentes son hoy más complejas y cuentan con nuevos soportes que se actualizan a una enorme velocidad.

Aun con el apoyo de los organismos internacionales, la Educación en Comunicación Audiovisual sigue siendo hoy un ámbito por explorar y por experimentar en los sistemas educativos de numerosos países.

Especialmente significativo es que falte una definición precisa y consensuada de qué comporta ser competente en este ámbito y, como consecuencia, planes de acción concretos que permitan a la ciudadanía, tanto en el sistema escolar como en entornos sociales y mediáticos, desarrollar interacciones comunicativas inteligentes con los medios.

Hablar de competencias mediáticas en relación a la educación es priorizar los problemas que hay que afrontar para dar respuesta a ellos de una forma eficaz. La primera competencia será la de dirigir la mirada hacia las grandes carencias del mundo y reconocer la obligación ciudadana de participar en la solución. Poseer el total dominio tecnológico no remedia nada si no somos conscientes de que los principales aprendizajes relativos a los medios deben comenzar, tanto por el conocimiento de sus rudimentos, como por el aprendizaje de la comunicación.

La educación y la comunicación deben ir de la mano y aspirar conjuntamente a más.
La educación y la comunicación deben ir de la mano y aspirar conjuntamente a más

Las generaciones actuales han nacido inmersas en lo digital, frente a las generaciones anteriores que no habían entrado en ese organismo digital o han debido hacerlo de forma más lentas, con dificultades y limitaciones diversas.

La educación y la comunicación deben ir de la mano y aspirar conjuntamente a más, la primera a ser algo más que enseñanza o didáctica y la comunicación a ser algo más que utilización de los recursos mediáticos. Ambas deben trabajarse desde edades tempranas y han de promover la participación, la alfabetización en todas sus dimensiones y la comunicación en los múltiples formatos digitales, audiovisuales y telemáticos.

Desde la Universidad también se puede avanzar mucho en formación audiovisual y educación mediática. Es un planteamiento simple e insuficiente con la escasa presencia que estos descriptores tienen en los actuales planes de estudio con la incorporación puntual de algunas asignaturas. Es necesario y urgente crear cultura audiovisual en todos los entornos formativos.

Hay mucho por avanzar en educación mediática y la responsabilidad es de toda la sociedad, la escuela, la familia, las empresas audiovisuales, las instituciones y la administración pública. La falta de formación en torno a la competencia mediática puede llegar a ser una nueva forma de analfabetismo que pondrá en riesgo de exclusión social a los individuos que carezcan de ella.

Bibliografía
  • AGUADED, J.I. y TIRADO, R. (2008). “Los Centros TIC y sus repercusiones didácticas en Primaria y Secundaria en Andalucía”. En Revista Educar, nº 41, pp. 61-90. Disponible en: Educar.
  • CORREA, R.I. y GUZMÁN, M.D. (2004). “El animismo pedagógico de los medios: una revisión crítica sobre los recursos didácticos y la práctica educativa”. En Revista Kikirikí: cooperación educativa, nº 71-72, pp. 47-51. Disponible en: Quaderns digitals.
  • FRAU-MIEGS, D. y TORRENT, J. (2009). “Políticas de educación en medios: Hacia una propuesta global”. En Revista Comunicar, nº 32, pp. 10-14. Disponible en: Revista Comunicar.
  • McLUHAN, M. y POWERS, B.R. (2002). “La aldea global”. Buenos Aires: Gedisa.
  • OSUNA, S. y BUSÓN, C. (2007). “Convergencia de medios. La integración tecnológica en la era digital”. Barcelona: Icaria.

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Autor: José Ignacio Aguaded Gómez

José Ignacio Aguaded Gómez es Vicerrector de Tecnologías, Innovación y Calidad de la Universidad de Huelva. Profesor de educación en medios de comunicación y de nuevas tecnologías aplicadas a la educación en esta Universidad. Presidente fundador del Grupo Comunicar.


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Autor: Mª Dolores Guzmán Franco

Mª Dolores Guzmán Franco es Doctora en Psicopedagogía y profesora titular del Departamento de Educación de la Universidad de Huelva. Ha pertenecido al Grupo de Investigación Suroeste de la citada Universidad y actualmente es miembro del Grupo de Investigación @gora.

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