La nueva formación del profesorado

Artículo que relaciona la falta de formación del profesorado con el elevado fracaso escolar registrado, destacando la falta de estrategias de aprendizaje y la necesidad de reciclaje continuo dentro de la formación del profesorado. Finalmente da a conocer una interesante experiencia piloto llevada a cabo por el gobierno de la Comunidad Autónoma de Extremadura.
Introducción
Afirma Ricardo Díaz HocWeitner, presidente del Club de Roma, que en el último análisis siempre se llega a la conclusión según la cual educación y aprendizaje son la solución más eficaz y definitiva de los principales problemas que aquejan y deben afrontar las más diversas sociedades para lograr un desarrollo sostenible en paz y progreso. La inversión en educación es fundamental y esencial en nuestra sociedad y, en consecuencia, la inversión en formación del profesorado es prioritaria porque de ella depende a corto, medio y largo plazo el nivel cultural, científico y ciudadano de nuestro país.
Según un reciente estudio de Eurostat, la Oficina Estadística de la Unión Europea, basado en datos correspondientes a 2001 sobre el porcentaje de jóvenes que abandonan los estudios sin haber terminado con éxito la enseñanza obligatoria, España es el segundo país con mayor índice de fracaso escolar en la Unión Europea, con un 28,3% de fracaso, detrás de Portugal. Este dato no aclararía gran cosa la cuestión si no se tiene en cuenta que países como Suecia, Austria y Finlandia tienen sólo un fracaso entre el 7 y el 10%, mientras que en Dinamarca y Grecia es del 16,5%. Es decir, que la situación de España es francamente preocupante.
Que el fracaso escolar es un grave y complejo problema nadie lo discute, pero también hay muy pocas dudas de que parte de la responsabilidad concierne al profesorado.
Un estudio realizado por CarIes Monereo, profesor de Psicología de la Educación en la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), pone de manifiesto que el 80% de los estudiantes de Magisterio estudian “a piñón fijo” y que no emplean las estrategias de un modo reflexivo “para ser un aprendiz permanente”. “Es especialmente sangrante si tienes en cuenta que estos alumnos son los que en el futuro van a impartir clases y que, por tanto, deberían dominar las estrategias de aprendizaje. Imagínese la que habría sucedido si las pruebas las hubiéramos pasado en ingenierías”.
Esto lo descubrió el profesor Monereo analizando la manera en que estos universitarios (de la UAB y de la Universidad de Girona) tomaban apuntes. “Lo hacen de una forma exhaustiva y absolutamente literal, como meros copistas”, según el investigador. Al analizar el dato también advierte que eso no es culpa de los propios estudiantes, sino que es un reflejo del tipo de educación que han recibido, en la que se valoran más los contenidos que la adquisición de herramientas para estudiar.
Es evidente que hay una falta de formación bastante generalizada entre los profesores para que sean capaces de enseñar a sus alumnos a aprender y esto tanto en Primaria, como en Secundaria y Bachillerato. A los profesores se les enseña a ser químicos o matemáticos, pero carecen de una buena metodología pedagógica que les ayude a enseñar eficazmente. Sin embargo, tan importante como dominar la materia es saber transmitir esos conocimientos a los alumnos.
Y eso no es todo. Casi un millar de alumnos de primer curso de centros de Formación del Profesorado de las Universidades de la Laguna, Extremadura, Granada, Huelva, Las Palmas, Murcia y Zaragoza, con una media de 20 años, fueron sometidos a una prueba consistente en resolver 30 problemas matemáticos de Primaria y Secundaria. En números y operaciones suspendieron el 58%; en medida, el 52%; en geometría, el 41% y en álgebra, el 43%. Estos datos revelan el bajo nivel de cualificación previa de los futuros maestros.
Faltan estrategias de aprendizaje
Una frase que con frecuencia repiten los educadores pero que se pone muy poco en práctica es la de que hay que enseñar a aprender, es decir, proporcionar las estrategias necesarias para hacer frente a los distintos tipos de conocimiento. Incluso los alumnos que aprenden a subrayar, a hacer esquemas o mapas conceptuales, son incapaces luego de trasladar estas estrategias de aprendizaje a las diferentes áreas curriculares o de hacer un uso reflexivo de las distintas técnicas que han adquirido. La profesora María Cristóbal, de la escuela de Magisterio Escuni, adscrita a la Complutense, considera que, aunque los alumnos están convencidos de que dominan las técnicas de estudio, luego se ve claramente que no es así. Presentan déficits tan básicos como no saber entresacar de un texto la idea principal.
Son minoría los estudiantes que han adquirido estrategias de aprendizaje incorporadas en las propias asignaturas escolares que así pueden aprender mejor. Según el profesor Monereo, los centros todavía no coordinan a los profesores para que, cada uno en su asignatura, enseñe a los escolares a que aprendan su materia.
Elena Martín, profesora de Psicología de la Universidad Autónoma de Madrid, muestra su preocupación a este respecto al considerar muy grave el hecho de que los nuevos currículos de Secundaria y Bachillerato, aprobados por el Ministerio de Educación en 2001, no incluyen, entre los objetivos de las diferentes materias, que los escolares adquieran los procedimientos de aprendizaje. Las estrategias de aprendizaje siguen al margen de los objetivos escolares.
La clave de la formación
Comenta el Dr. Gabriel Ferrater, rector de la Universidad Oberta de Catalunya, que miles de escolares que inician la dura carrera de su proceso de formación ignoran que, al final de ese largo periodo, la mayor parte de los conocimientos que habrán adquirido tendrán fecha de caducidad y comprobarán que, en muy pocos años desde que dieron el último adiós a las aulas, una gran parte del saber acumulado estará prácticamente obsoleto. y concluye: lo que estos estudiantes lamentarán es no haber estudiado y aprendido una asignatura primordial, la de aprender a razonar.
El profesor Ferrater pone de manifiesto lo que ya es una evidencia: estamos llamados a seguir de por vida un proceso continuo de aprendizaje, de reciclaje constante, de adquisición y abandono perpetuo de conocimientos. La única forma inteligente de sobrevivir y destacar, superando los retos de una sociedad en permanente renovación, es una herramienta simple pero no banal: saber pensar, saber razonar. De ahí la necesidad de introducir cambios de forma institucionalizada en el sistema pedagógico para dar prioridad al estímulo y desarrollo del pensamiento, del razonamiento.
Los formadores y sobre todo los planificadores de la formación deben ser capaces de estar a la altura de las necesidades de los estudiantes y ser los primeros de adaptarse al cambio, ofreciéndoles las claves, no sólo para aprender a desaprender y a reaprender, lo que a partir de ahora mismo ya es imprescindible, sino también para comprender, es decir, a quedarse con lo realmente necesario. Los conocimientos universales están hoy al alcance de cualquiera a través de las nuevas tecnologías y del ordenador, por lo que su acumulación memorística ya no es necesaria. Lo que ahora se hace necesario es desarrollar al máximo el potencial intelectual para tenerlo disponible en cualquier actividad de la vida presente o futura. La principal herramienta imprescindible va a ser el uso sistemático de la capacidad critica y relacional.
Se suele decir que el aprendizaje de algo es lo que queda después de haber olvidado todo lo que nos enseñaron al respecto. Es una manera muy clara de describir la acción eficaz de los profesores: conseguir que sus alumnos sean capaces de valerse por sí mismos y de afrontar con éxito el conocimiento de lo que en cada momento necesiten. Hay que enseñar a la gente a gestionar su propio aprendizaje durante toda la vida de modo que cuando acabe sus estudios tenga la posibilidad de asumir la responsabilidad de decidir cuáles son sus objetivos, planear su trayectoria educativa y evaluar los progresos convirtiéndose en gestores de sus propias vidas.
El profesorado que necesitamos
Con el paso del tiempo las ideas evolucionan hasta extremos sorprendentes. Hace algunos años, nadie discutía la primacía del docente sobre los discentes que recibían de aquéllos tesoros del saber. Pero hoy es al revés: es el alumno el que debe ocupar el centro de todo acto educativo y, a medida que adquiere madurez, es el alumno el que debe sentirse cada vez más libre de decidir por sí mismo lo que quiere aprender y en lo que desea formarse. El profesor Díez Hochleitner afirma que la docencia es cada vez más un arte además de una profesión, con bases científicas y crecientemente tecnificada, en la que se impone la calidad en todas sus actividades profesionales y humanas, frente a simples cualidades parciales por excepcionales que éstas sean. El profesorado así entendido y ejercido es la clave principal de la calidad educativa.
Al profesorado se le pide cada vez más. Cada vez que surge un nuevo problema o se identifica una nueva aspiración cultural, social, política o económica, todo el mundo vuelve la vista a la escuela y se le asignan a los profesores nuevos cometidos. En ellos recae la instrucción, la educación vial, el cuidado del medio ambiente, la educación sexual y cuantas inquietudes genere la sociedad. ¿Cómo es posible que puedan abordar tan amplia variedad de ámbitos?
La diversidad de objetivos viene hoy acompañada de una también muy amplia red de recursos técnicos que, combinada con una razonable preparación de los alumnos en los aspectos fundamentales de su capacitación, puede facilitar la tarea educativa.
Los retos de una educación personalizada y completa sólo se pueden aceptar hoy echando mano de cuantos recursos pone la tecnología a nuestro alcance. Internet se ha convertido en herramienta potente y eficaz al alcance de todos, pero es necesario saberla utilizar.
Aquí nos encontramos otra vez con una realidad poco estimulante. Según datos de la Comisión Europea, España e Italia son los dos países de la Unión peor situados ante la sociedad del conocimiento. Sólo el 20% de los profesores españoles usa Internet en su centro escolar con una media de 20 minutos semanales. A pesar de las promesas y planes especiales de la Administración, los ordenadores no están en las clases y, lo que es peor, la mayor parte de los docentes no han recibido formación sobre cómo aplicar las nuevas tecnologías en sus asignaturas. Gran parte de los docentes no ha recibido instrucción alguna sobre cómo aplicar y sacar provecho de las nuevas tecnologías en sus asignaturas. Y, paradójicamente, las nuevas generaciones están acostumbradas a moverse con más soltura en el mundo de los ordenadores que sus propios profesores.
El 63% de los docentes españoles reconoce que sabe utilizar el ordenador, el 47% navega por Internet, pero un 35% no hace ni una cosa ni otra. La alfabetización tecnológica del profesorado es todavía una asignatura pendiente.
Los expertos aseguran que es imprescindible introducir Internet dentro de las clases para poder desarrollar una nueva pedagogía adaptada a esta herramienta. Toda tecnología, y especialmente Internet, tiene un gran poder, pero no es más que un instrumento y lo más importante es qué sabe hacer el profesor o el alumno con él.
Cualquier programa de enseñanza superior, y con más motivo el de formación del profesorado, debe incluir la formación en las técnicas de investigación y es indispensable también una especie de campaña de alfabetización dirigida a las nuevas tecnologías para que se utilicen a fondo en la enseñanza en la que los profesores deben terminar siendo especialistas.
El politólogo británico John Gray afirma que la educación en pleno siglo XXI tiene que estar orientada a que la persona adquiera iniciativa, por lo que se ha de enseñar a cada uno que tiene que invertir en renovar sus conocimientos a lo largo de toda su vida. Los que se forman para ser profesores son los primeros que han de entender que ya no es posible pensar en prepararse para ejercer una carrera durante toda la vida y, si no se hace así, “el mundo se llenará de personas desengañadas”. El aprendizaje hay que interpretarlo como capacitación que haga estar a cada uno a punto para desarrollarse y actualizarse, por lo que hay que insistir en el uso y dominio de las nuevas tecnologías. “La gente tiene que saber, –dice el profesor Gray– que sus conocimientos van a tener validez por un corto periodo de tiempo, digamos cinco años, y que tendrá luego que seguir desarrollándolos y actualizándolos. Hay que aprender a invertir en uno mismo y a buscar, e incluso crear, aplicaciones prácticas de los conocimientos que se tienen”.
Una experiencia piloto y ejemplar
El gobierno de la Comunidad Autónoma de Extremadura ideó en 1998 un sistema de desarrollo regional basado en la innovación tecnológica y en el desarrollo científico, un desafío dificil pero verosímil que ya está haciéndose realidad con la creación de una red de banda ancha que llega a todos los colegios, hospitales, centros de salud y edificios de la Administración regional que conecta a más de 1400 puntos. Solucionado el problema de la accesibilidad, se ha pasado al de la alfabetización informática, empezando por la educación. Todos los centros públicos de Primaria y Secundaria disponen de ordenadores en las aulas, uno para cada dos alumnos. Está previsto que en 2021 haya una inmersión de toda la educación en la sociedad de la información.
Contando con los recursos técnicos, había que poner en marcha todo el proceso de cualificación del profesorado para poder sacarle rentabilidad. Los 18 centros de profesores y recursos que hay en la comunidad se pusieron a preparar contenidos y a impartir cursos de formación para los docentes de forma permanente y provistos de todos los medios tecnológicos. Se han creado premios para animar a los profesores a volcarse en la creación de contenidos utilizando las nuevas tecnologías.
El reto que tiene ahora esta Comunidad es que los profesores siembren los contenidos de la Red para su uso en las aulas. Pero desde 1992 se elaboró un proyecto para la Universidad de Extremadura que duplicó el número de titulaciones, pasando de 40 a 90, destacando las especializadas en nuevas tecnologías.
Un proyecto viable y eficaz para la formación del profesorado, frente al futuro tecnológico que ya es presente, sólo se puede entender hoy desde unas perspectivas en las que se considere al profesor como un impulsor del desarrollo personal que se compromete a desarrollar las potenciales intelectuales del alumno que le proporciona las herramientas básicas para dirigir su propio desarrollo y estrategias de aprendizaje que le permitan orientar su futuro por sí mismos.
Autor: Jose Luis Riva
Jose Luis Riva es profesor titular en la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Autónoma de Barcelona.

