La Formación Permanente Docente y las Nuevas Tecnologías

Artículo publicado en Comunicación y Pedagogía
Artículo publicado en Comunicación y Pedagogía

Reflexión sobre la necesidad de una formación docente permanente para trabajar correctamente en la Sociedad de la Información.

Información y formación

Hemos denominado el entorno donde vivimos Sociedad de la Información porque nunca como ahora habíamos manejado y comunicado tanta cantidad de datos de fuentes distintas. Con las nuevas tecnologías tenemos acceso a mucha información y ésta nos llega de forma no lineal. La mayor capacidad y velocidad de almacenaje de la información en los nuevos medios técnicos plantea un problema de control, pero a la vez nos ofrece muchas posibilidades de acercamiento a la información.

El hecho de estar conectados a Internet nos garantiza tener cerca muchas datos, de la misma manera que el socio de una biblioteca tiene al alcance muchos libros, pero esto no quiere decir que tengamos más conocimiento. Vencer la fractura digital hoy en día no es tanto tener acceso a un equipamiento tecnológico, sino tener habilidad para gestionar la información y crear conocimiento significativo. De la misma manera, más comunicación no quiere decir que ésta sea mejor. Los nuevos sistemas de comunicación, como es el uso del móvil, genera nuevos comportamientos y actitudes que van siendo aceptadas progresivamente, con sus ventajas e inconvenientes.

Las instituciones educativas actuales no pueden ser iguales a las del siglo pasado porque la sociedad ya no es la misma, ahora la información es dinámica y creciente. Hace falta una nueva escuela y una nueva formación de los docentes, que todavía ahora muchas veces está basada en la transmisión de conocimientos conceptuales, bajo la idea que estos conocimientos son estáticos y perdurables. Tampoco la formación en el uso de una herramienta tecnológica puede ser la base del aprendizaje, porque el conocimiento tecnológico cambia rápidamente. Hace falta buscar la fórmula, o mejor dicho, la actitud correcta para ser capaz de reaprender, y quizás ser capaz de desaprender viejas rutinas constantemente.

La mayor parte del profesorado actual ha sido formado sin conocimientos de TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación), entendido en un sentido amplio, más allá de la informática, y de los MAV (Medios Audiovisuales). Haría falta que en la formación inicial del profesorado se tuviera en cuenta la formación científica, pedagógica y didáctica, de la misma manera que en la formación permanente, que tendrá que ser formación durante toda la vida, y seguramente también a nivel personal. En el ámbito educativo se utiliza también el término TAC (Tecnologías del Aprendizaje y del Conocimiento).

La formación y las tecnologías

El acceso a las TIC y los MAV afecta a todos los alumnos y los colectivos docentes, desde el jardín de infancia, en la Educación Primaria, en la Educación Secundaria, a la formación de adultos y a las enseñanzas universitarias. Pero tenemos que evitar actitudes triunfalistas, las TIC y los MAV, a corto plazo, no ahorran tiempo. Al contrario, tenemos que invertir tiempo para conocer las posibilidades de los nuevos recursos. Ni los programas informáticos más adelantados ni las mejores cámaras digitales enseñan gran cosa sin la adecuada tutorización del docente. Las TIC en los centros generan dudas porque ayudan a repensar y a replantear la práctica educativa. Tenemos que ver este hecho más como una oportunidad de mejorar el presente que como un problema.

A menudo el análisis del sistema actual carece de una visión histórica, no tanto instantánea como la del día a día. Con el tiempo la situación va mejorando, lentamente, pero todavía ahora en los centros tenemos dificultades estructurales, a pesar de que son superables. Por ejemplo, tenemos mucho hardware frágil, la mayoría bastante anticuado, utilizando al mismo tiempo diferentes sistemas operativos, configuraciones y programas. En el día a día hay pocas horas de uso real y de acceso libre por parte de los alumnos. Al mismo tiempo, falta coordinación a nivel interno y externo entre docentes e instituciones. Las webs de los centros acostumbran a ser unidireccionales, no permiten una comunicación ágil entre profesores, alumnos y padres.

Entre el profesorado encontramos diferentes niveles de conocimiento, de uso y de compromiso con los nuevos recursos y métodos didácticos. Por un lado, hay personas que hacen actividades innovadoras que tienen un cierto sentimiento de soledad porque se sienten poco apoyadas o valoradas por su entorno. Esta situación se da a menudo con los coordinadores de informática y audiovisuales que necesitan invertir parte de su tiempo libre en formación. Por otro lado, hay profesorado que ante la tecnología tiene reacciones de negación (no la necesito), de infravaloración (no tengo tiempo para estas cosas), de supervaloración (no sabré nunca) o de comparación (esto ya lo sé). También hay quien no reconoce el trabajo de los otros, busca sustitutivos a la formación, busca excusas... y, en ciertos casos, estas excusas van acompañadas de un cierto nivel de ansiedad y miedo al desconocido.

En algunos docentes se observa una actitud individualista, aunque no es mayoritaria. Actualmente la formación depende de cada maestro y, a veces, parece un bien de consumo más. Una parte de los docentes pide que la formación sea sobre todo cómoda, poco comprometida, fácil, fragmentada en bloques de conocimiento, certificada de cara a los méritos y en horas convenidas. Lejos de este punto de vista queda pensar que la educación es cosa de todos, que tenemos que pensar como repercute la formación en los alumnos o qué son las necesidades del maestro y del centro. Justo es decir que también hay muchos docentes que tienen en cuenta estos criterios más pedagógicos y piensan en cómo mejorar la praxis diaria en los centros educativos.

Dónde vamos con las tecnologías

Nos guste o no, el proceso de introducción de medios tecnológicos en los centros educativos ha empezado y no se puede parar. Lo que nos podemos plantear es cómo se puede llevar a cabo y qué finalidad didáctica le damos a estos medios que, por sí sólos, no mejoran los aprendizajes del alumnado. El indicador más utilizado para observar la penetración de los instrumentos tecnológicos en las aulas, la ratio alumnos por ordenador, no es muy fiable porque no sabemos la utilización en tiempo real de los mismos por los usuarios. Sólo sabemos que la máquina está en clase, aunque no se utilice o esté averiada.

Dentro de unos años en los centros tendremos redes de altas prestaciones con más servicios de comunicación que las actuales, aulas cableadas y conectadas, intranet educativa, aulas de informática multiuso, biblioteca-mediateca, pizarras digitales interactivas fijas y portátiles, lectores de documentos parecidos a una webcam para tener acceso digital a información de dentro el aula, etc. Tendremos más acceso y más horas de uso de los ordenadores, herramientas parecidas, portátiles o tablets que no ocuparán mucho espacio.

Además, a largo plazo, todo hace pensar que los centros educativos disfrutarán de una nueva arquitectura escolar con una configuración espacial mucho más flexible, que permita y facilite el uso de una nueva metodología que desarrolle un aprendizaje más significativo. Los sistemas operativos y programas seguramente estarán en estándares abiertos, pactados por consenso y con unas normas de utilización comunes acordadas. Será un sistema más racional lejos de la acumulación  de aparatos que se van incorporando en las clases.

Para llegar a soñar este plácido escenario, hará falta que en los centros haya dinamizadores de aplicaciones educativas con las nuevas tecnologías. Estos dinamizadores serán los coordinadores TAC, TIC y MAV. Para facilitar ahora ya su tarea harían falta las siguientes actuaciones:

  • Renovación y ampliación de hardware actual. Si puede ser, unificar los hardwares en un mismo modelo (y que sea de calidad) y en un mismo sistema operativo. A menudo se prioriza que sea económico, ¿pero no nos imaginamos un médico pidiendo un quirófano económico que no se estropee mucho, verdad? Y es que nuestro hardware lo tienen que tocar los niños, por este motivo tiene que ser de calidad:
  • Red e Internet en todas las instalaciones de los centros educativos.
  • Ampliar el servicio técnico para liberarlo de las tareas más técnicas.
  • Más reconocimiento del papel de los coordinadores: con horas, incentivos, voz y voto.
  • Más difusión y conocimiento por parte de los equipos directivos e inspección.
  • Más formación en centro, específica y didáctica, que tiene que llegar a todo el mundo.
  • Fomento de la investigación y evaluación a las aulas desde todas las áreas y cargos.

La formación permanente docente y los centros de recursos

Para mejorar en calidad toda la formación se necesita la implicación de todo el mundo y garantizar los recursos que lo hagan posible. Es de especial importancia el papel de los Centros de Recursos Pedagógicos (CRPs), que son los servicios educativos que dan apoyo a la actividad pedagógica de los centros y a la tarea docente del profesorado. Entre sus tareas a desarrollar que afectan a la Formación Permanente Docente hace falta poner énfasis en:

  • La planificación de la docencia, planes de formación (quién, qué, como, cuándo... organización, gestión y tipología). Detección de las necesidades formativas.
  • La oferta y optimitzación de recursos MAV y TIC, infraestructura y servicios (áreas, publicaciones...)
  • Asesoramiento, mediateca, catalogación y elaboración de pautas de uso.
  • Dinamización, apoyo a las actividades, intercambio de experiencias, y difusión de proyectos en horizontal y vertical. Contemplar los Planes Educativos de Entorno, Programas de Innovación, Programas Europeos (Comènius, Sócrates), etc.
  • Elaboración de materiales pedagógicos.
  • Y la EVALUACIÓN de todo ello.

Con respecto a la tipología de formación, cada vez podemos diversificar y adecuar más a las necesidades de los centros: cursos presenciales y telemáticos, asesoramientos, seminarios, grupos de trabajo, conferencias, búsquedas, talleres, etc. Es bueno que todas ellas aporten una chispa de innovación, donde nos podemos plantear el dudar de todo, romper normas, no conformarnos, ser curiosos y hacernos muchas preguntas, aunque nos puede llevar a la incomodidad y a la sensación de pérdida de control de la actividad formativa.

La selección del formador es importante porque juega un papel capital. Su rol está en función de la tarea que tiene encomendada al centro. Tiene que aportar algo aplicable a la práctica diaria con una base pedagógica sólida. Por lo tanto, no es tan importante si el formador es universitario, profesor o maestro como que tenga contacto con la realidad y un conocimiento aplicable. Sino, no se incorporan los contenidos aportados en la actividad formativa y genera decepción respecto a la misma, lo cual no repercute positivamente en la práctica real con los alumnos y la experiencia negativa relaciona la formación con perder el tiempo de cara a futuras experiencias.

Si hablamos de desarrollar una educación activa, tenemos que evidenciar la contradicción del modelo magistral habitual. Difícilmente transmitiremos que el alumno es el protagonista de la educación cuando hacemos una formación donde el formador es el que manda y transfiere un conocimiento que tiene consolidado.

No nos podemos limitar a transferir modelos válidos teóricos a unos pocos centros o conocimientos que no resisten la generalitzación. Los formadores tienen que ser conocedores de recursos motivadores y significativos. Tienen que introducir la práctica reflexiva, analítica y crítica y transmitir seguridad, empatía y positivismo, saber identificar problemas y resolver conflictos. En casos concretos, puede ser muy positivo propiciar los cambios desde personas concretas dentro de los centros y fomentar la optimización de grupos de trabajo en el trabajo mismo.

Conclusiones

Se hace necesario elevar los conocimientos pedagógicos de la sociedad. Hace falta movilizar los recursos para fortalecer las instituciones educativas. Como dice la conocida cita: para educar una persona hace falta la tribu entera, para esto se tiene que implicar toda la sociedad. Se hace imprescindible una nueva relación entre los diferentes agentes educativos que repercuta de manera positiva en el alumnado, aunque sea una tarea que tarde en dar sus frutos.

Hace falta esforzarnos todos para generalizar las Buenas Prácticas, que los CRPs supervisen y coordinen el proceso de formación, que el formador aporte reflexión y compromiso, que el docente desarrolle habilidades sociales, emocionales, personales y profesionales. En la actualidad es muy necesaria la colaboración afectiva y efectiva de los padres en el día a día, como señala Pere Darder.

Tenemos que dar más valor a la formación y la misma Administración puede contribuir si cambia la certificación que acredita asistencia por otra que acredite aprovechamiento o conocimiento, o la coexistencia de diferentes certificaciones con diferentes grados de valor. Otro cambio es tambien urgente: pasar de hacer sólo la valoración de la formación a la evaluación de qué ha aportado y mejorado en la práctica educativa.

Pero, por más reflexiones que desarrollamos y propuestas de mejora que hacemos, sólo lograremos nuestros objetivos si conseguimos o ayudamos a que los alumnos, de menor o mayor edad, lleguen, como decía Marta Mata, a querer (“estimar”) aquello que estudian.

Bibliografía

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Autor: Jordi Juvany i Vila

Jordi Jubany i Vila es maestro y formador Área TAC (Tecnologías del Aprendizaje y del Conocimiento) del Departamento Educación de la Generalitat de Catalunya.


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