Te doy mis ojos

Artículo publicado en el número 20 de la revista Making Of
Artículo publicado en el número 20 de la revista Making Of

Como se comenta en el apartado de noticias, Te doy mis ojos de Iciar Bollaín ha sido el film más nominado para los premios Goya de este año. Desde Making Of no nos extraña nada, ya que es un gran largometraje que trata con sensibilidad un tema tan candente como el maltrato a las mujeres. Un excelente film para usar en el aula.

Los antecedentes

En los últimos años, este país se ha acostumbrado a desayunar con noticias que hablan de actos de violencia, de mayor o menor intensidad, que afectan en su mayoría a las mujeres. Esta auténtica lacra, esta rémora de la España carpetovetónica, inculta, machista e intolerante, es la demostración triste y fehaciente de que nuestra sociedad aun tiene que aprender mucho sobre convivencia, respeto y tolerancia. Sí, no nos engañemos: en nuestro país todavía quedan muchas personas que no entienden que las mujeres, por enumerar algunos ejemplos, tienen derecho a cobrar el mismo salario que los varones, a disfrutar de su ocio mientras nosotros nos hacemos cargo de los niños, a tomar decisiones que afectan al conjunto de la familia, a decidir su propio futuro personal y afectivo. Las más de setenta muertes, y los cientos de agresiones, que muchas féminas han sufrido a manos de sus parejas, compañeros sentimentales o ex-maridos, no son más que una plasmación, cruda y veraz, de una realidad sobre la que todos tendríamos que ser especialmente sensibles.

El cine, como un medio cuyas historias beben directamente de las inquietudes y realidades sociales, se ha hecho eco en los últimos años de esta problemática. El aumento de la violencia de género en España ha provocado que algunos realizadores hayan intentado denunciar esta situación a través de sus películas, intentando lograr con ello que los espectadores nos concienciáramos sobre la necesidad de censurar y denunciar este tipo de acciones. Films como Celos, Solo mía –que tratan el tema de forma directa y sin concesiones–, Solas o Piedras –que lo hacen desde un punto de vista un poco más tangencial, pero por ello no menos impactante– han reflejado las causas y consecuencias de la problemática y han observado, con mayor o menor fortuna, los factores que provocan la violencia de género. Pero, aunque éstas han sido películas muy útiles y necesarias, que nos han hecho reflexionar sobre este drama cotidiano, todavía era necesaria esa película definitiva, la cinta que, por calidad cinematográfica y por tratar la temática de una forma directa, inteligente y nada demagógica, lograra penetrar en las estructuras y generar un debate social que, como mínimo, removiera los resortes emocionales de muchas personas. Esa película ha sido Te doy mis ojos.

Desde nuestro punto de vista, era necesario que al frente de esta película hubiera una directora, una mujer que se pudiera implicar desde un punto de vista mucho más cercano en la génesis del problema. Las cintas que hemos citado con anterioridad, todas ellas dirigidas por hombres, aunque contenían muchos bastantes aciertos parciales, no dejaban de ofrecer una imagen demasiado plana y estereotipada de los maltratadores. Nuestra condición de hombres, nuestra mirada masculina, provoca una ofuscación, una forma de ver la realidad en la que los matices y las zonas oscuras quedan difuminadas por nuestra tendencia a demonizar a los de nuestro propio género. Por ello, el punto de vista de una mujer era ideal, no sólo para tratar desde su propio género el problema, sino también para ofrecer una mirada más compasiva, y por ello real y emocionalmente intensa, tanto de los maltratadores como de todos aquellos que bajan la cabeza, miran a otro lado y permiten que todo esto suceda.

Icíar Bollaín, directora y coguionista de la película junto a Alicia Luna, es una de las pocas mujeres cuyas cintas no sólo retratan problemáticas sociales de rabiosa actualidad, sino que lo hace desde un punto de vista francamente inteligente. Bollaín ya trató los problemas de la juventud desencantada en su ópera prima Hola estás sola y el drama de las mujeres inmigrantes que vienen a España en busca de un futuro mejor en Flores de otro mundo. Así, al plantearse una historia como la de Te doy mis ojos, lo hizo, tal como ella misma nos recuerda, “movida por la necesidad de entender por qué estos hombres maltratan a sus mujeres. Quería entender a las dos partes más que hacer una película de denuncia. Porque cada día asistimos a través de la televisión a un espectáculo insoportable de violencia doméstica”. Respecto al personaje masculino, Bollaín recordaba que pretendía tratar al protagonista “de cerca, pero de ningún modo pretendía justificarlo, sino hacer del personaje alguien más complejo”.

La idea de la película surgió del cortometraje que la propia directora realizó en el año 2000 titulado Amores que matan, que también trataba el tema de los maltratos y en el que ya contó con Luis Tosar como protagonista. En esta ocasión, la directora quería responder a una serie de cuestiones que consideraba prioritarias para entender el problema. Según sus palabras, “¿Por qué una mujer aguanta una media de diez años junto a un hombre que la machaca? ¿Por qué no se va? ¿Por qué no sólo no se va sino que incluso algunas aseguran seguir enamoradas? Las razones de dependencia económica no explican el hecho de que una de cada cuatro mujeres en Europa y Estados Unidos aseguren haber vivido una relación de violencia en su vida. Según fuimos documentándonos descubrimos que una de las razones primordiales era que siguen en la esperanza de que el hombre cambie. Así, nuestro personaje es una mujer que sigue esperando cada día que entre por la puerta el hombre del que se enamoró... Pero ¿quién es ese hombre? ¿Por qué no existe apenas un perfil del maltratador? ¿Y por qué estos hombres maltratan durante años a quien dicen querer con toda su alma?”. Todas estas preguntas se intentan responder a lo largo de la película.

El cásting para la película no resultó nada complejo, ya que la realizadora tenía una idea muy clara sobre qué actores tenían que ponerse en la piel de los personajes. Así, para Pilar, la directora seleccionó a la actriz catalana Laia Marull, una mujer que, tal como recuerda Bollaín, “puede parecer muy frágil y al mismo tiempo ser fuerte, puede aparecer destrozada o bellísima, como iluminada por dentro y es una actriz muy sólida, que sabe combinar la experiencia con la emoción, constantemente a flor de piel”. Luis Tosar fue, desde antes de gestarse la historia, el primer candidato a interpretar a Antonio. Para la directora, “él le ha dado muchas cosas al personaje: pasa de ser muy bruto y no comprender nada a instalarse en otro nivel. Puede ser tierno y cambiar en un instante, oscurecerse, volverse impredecible... Luis da al personaje de Antonio infinidad de matices”. Para el largometraje, además de con Tosar y Marull, la realizadora contó con la presencia de las actrices Rosa María Sardá, en el papel de la complaciente madre de la protagonista, y Candela Peña, como la sorprendida hermana.

El rodaje, presupuestado en dos millones de euros, se desarrolló en la ciudad de Toledo. La directora quería una ciudad de esas en las que, aparentemente, nunca pasa nada, pero que, en muchas ocasiones, encierra una atmósfera opresiva y cargada de dramas reprimidos. Esa era la ciudad ideal para plasmar esta historia en imágenes.

Una vez finalizada, la película se presenta en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián, donde se hace con el aplauso unánime de crítica y público. Una decisión absurda y poco razonable del jurado internacional (auspiciada por un reglamento muy poco flexible) hizo que la cinta se quedara sin la merecida Concha de Oro a la mejor producción, aunque ganara los dos premios de interpretación. Este hecho no ha lastrado ni su recepción crítica, excelente, ni su carrera comercial que, hasta la fecha, la han convertido en una de las películas españolas más taquilleras de la temporada. Pero ello, siendo importante, no es menos trascendente el debate social que ha generado: gracias a la película muchas personas han podido adoptar un nuevo punto de vista sobre el problema, han logrado comprender algo mejor las raíces y, sobre todo, las consecuencias de la llamada violencia de género que, paradojas de la lengua, sólo afecta a un género: el femenino.

La historia

Toledo, un día cualquiera de 2003. Pilar (Laia Marull) huye de su casa una noche acompañada de su hijo pequeño Juan (Nicolás Fernández Luna) y una maleta. Atemorizada se refugia en el piso de su hermana Ana (Candela Peña), lejos de su marido Antonio (Luis Tosar), que no sabe dónde ha ido su mujer. Antonio pronto encontrará a Pilar y tratará de recuperar su amor y compañía bajo la promesa de un cambio en su actitud y en su carácter. Antonio le promete que, si es necesario, “le dará sus ojos”. Pero no le resultará tan sencillo como imaginaba, porque ahora Pilar está empezando a replantearse todo su mundo y a redescubrir incluso quién es ella misma. Por ello Pilar decide volver a trabajar e, incluso, se apunta a un curso para poder hacer de guía de museos. Antonio, para demostrar su nueva actitud, decide asistir a un centro en el que un terapeuta enseña a controlar la ira a aquellas personas que tienen una problemática similar a la suya.

Pilar, por su parte sigue estando enamorada de Antonio y desea salvar su familia. Por ello, cuando su marido cambia de actitud, decide volver a casa con él, a pesar de la difícil relación con su madre (Rosa María Sardá), una mujer que sufrió malos tratos por parte de su marido a quien sólo le importan las apariencias, y de la incomprensión de su hermana Ana, incapaz de entender como puede aguantar los malos tratos de Antonio. Cuando Pilar decide trabajar por su cuenta, la incomprensión, los celos y la incapacidad del marido para controlar su ira y su violencia volverán a salir a la luz. Tras una discusión en la que Antonio maltrata, denigra y humilla a su mujer hasta límites insospechados, Pilar deberá tomar una decisión definitiva.

Nuestra opinión

Tal como decíamos al principio de nuestro artículo, existen películas que, dejando de lado su calidad y sus méritos cinematográficos, resultan sumamente necesarias. El cine, además de un medio de expresión artística, es también un interlocutor terriblemente válido para que la sociedad se comunique consigo misma y establezca debates y diálogos sobre todos aquellos aspectos que configuran nuestro devenir cotidiano. Lejos de entrar a valorar los aciertos en la puesta en escena, las ideas de realización o la capacidad del director para captar la mirada de los espectadores, lo verdaderamente importante de este tipo de producciones es su capacidad para conmover sin usar (abusar) del amarillismo, de impactarnos sin recurrir a lo facilón, a lo más obvio, a lo más sensiblero desde el punto de vista emocional. Éstas son películas inteligentes, que no caen en la complicidad fácil sino que buscan que seamos nosotros quienes respondamos a las preguntas que nos formulan, a los interrogantes que nos plantea el visionado de sus imágenes.

Por desgracia, este tipo de films abundan poco: es mucho más frecuente encontrar cintas que abusan del trazo grueso, del subrayado fácil, de lo obvio, de los personajes de un solo perfil. Por fortuna la vida no es así, ya que en la realidad existen infinidad de matices que hacen que todo tenga distintos puntos de vista. Y esto es precisamente lo que sucede en Te doy mis ojos. Así, el gran acierto de esta película es, precisamente, su capacidad para trascender una temática tan sujeta al sensacionalismo como ésta, para ofrecer un retrato inteligente de la problemática. A este respecto, la directora deja desde el principio muy claras las cosas: Antonio es un maltratador y Pilar la víctima. A partir de ahí, ella intenta encontrar explicaciones a todo lo que sucede, lo que motiva que todo ello suceda.

Todo lo expuesto anteriormente lo vemos magníficamente reflejado en la descripción que se nos da del personaje de Antonio. La directora nos lo muestra como una persona con una autoestima frágil, como un hombre incapaz de asumir sus propias frustraciones personales. La cámara retrata su verdadero perfil, lo humaniza y lo muestra con toda la fragilidad de la que es capaz. Nuestra sensación como espectadores es contradictoria: pasamos de compadecernos de él cuando está en la consulta del psicólogo a detestarlo cada vez que agrede a Pilar. Ésta es la única manera de que seamos conscientes de hasta donde llega la humanidad de Antonio. Evidentemente su gran problema no es de personalidad: es su incapacidad para cambiar, para mejorar, para ser capaz de llevar una relación normal con su mujer. Ello, por supuesto, no le exime de ser responsable de sus actos. Bollaín sólo intenta comprender; el personaje se juzga por sí mismo.

Pilar es el centro de la historia. Ella es una mujer que habla con la mirada, con la expresividad de los ojos. Tal vez por ello la elección de Laia Marull como protagonista resulta tan acertada. Laia es una actriz con una variedad de registros brutal, que dota a su personaje de una identidad única: cuando quiere resulta frágil y cuando la situación lo demanda, puede mostrarse como una mujer dura y de decisiones firmes. Hacía mucho tiempo que no veíamos en una película española una actuación tan llena de matices como ésta, tan cargada de emotividad. Estamos seguros de que sin Laia, la película sería otra muy diferente.

En una película como ésta, lo que realmente importa es el tratamiento del tema, la descripción de los personajes y las relaciones que se establecen entre ellos. A este respecto, es muy interesante ver como Bollaín, a través de dos de los personajes principales de la película, nos muestra los dos tipos de actitudes que solemos tener las personas ante una situación de malos tratos. Por un lado está la hermana, que censura la decisión de Pilar pero que es incapaz de escucharla y comprenderla; que permanece silenciosa ante el drama sin entender como puede aguantar una situación de ese tipo. En el otro extremo está la madre, la mujer que ha sufrido malos tratos, que mira hacia otro lado y cuyo único consejo es el de aguantar con resignación la situación impuesta por la vida; exactamente igual que hizo ella. Esta antítesis es interesante, ya que muchas personas se encuentran, nos encontramos, en uno de los dos lados de la balanza.

Pero en esta cinta no sólo resulta apasionante el tratamiento que la directora hace de la historia. Cinematográficamente hablando, la cinta también muestra elementos realmente interesantes. El descenso de Pilar hacia el río en busca de su marido, como metáfora de que ella volverá a descender a los infiernos del maltrato; los planos nerviosos y cortos cada vez que se produce una situación conflictiva; el trabajo de iluminación que apoya dramáticamente cada una de las escenas y las dota de una mayor dosis de dramatismo. En definitiva, una película cuyas imágenes puntúan en todo momento la idea dramática que la directora quiere transmitirnos.

Te doy mis ojos no es una película redonda, pero sí una gran película. El cine español puede estar de enhorabuena; no sólo tenemos una cinta que trata desde un punto de vista serio e intenso un problema tan grave como es el de la violencia de género, sino que también contamos con una auténtica creadora, con una mujer capaz de poner en imágenes una determinada historia con criterio cinematográfico. La realizadora titubeante de Hola estás sola ha dado paso a una creadora con personalidad y dominio del medio. En un país en el que desde la muerte de Pilar Miró existía una carencia de mujeres con personalidad que se pusieran detrás de una cámara, es una buena noticia que Icíar Bollaín se muestre como una creadora a seguir muy de cerca.

Visión didáctica del film

Te doy mis ojos es una cinta que, por su contenido y temática, se presta mucho más a un tratamiento desde el punto de vista de la Educación en Valores que desde un ámbito eminentemente curricular. Pensamos que la película es ideal para trabajar con nuestros/as alumnos/as determinados valores y actitudes que consideramos fundamentales para que nuestra sociedad cada día sea más tolerante, justa e igualitaria. Creemos firmemente que la escuela puede ser un buen espejo desde el que nuestros estudiantes tienen que aprender a mejorar el mundo en el que vivimos. Si muchos de los comportamientos que denuncia la película son producto de los hábitos adquiridos durante la infancia: por qué no trabajar en la línea contraria y enseñar a respetar a todas las personas, sea cuál sea su sexo, raza, religión o cultura.

Por otro lado, ésta es una película que hemos de proyectar únicamente a partir de Educación Secundaria. Consideramos que los alumnos de Primaria todavía son demasiado jóvenes para entender la intencionalidad y temática que trata la historia. Será a partir de Secundaria cuando estos conceptos puedan ser asimilados mucho mejor, asumidos de una forma más natural y automática. Siempre que hablemos de la posible aplicación de una película dentro del ámbito educativo, hay que tener en cuenta las capacidades cognitivas con las que cuentan nuestros estudiantes.

Evidentemente, dependerá, en última instancia, de los objetivos del profesor y de aquello que quiera trabajar el que nuestra labor pedagógica se oriente hacia una temática u otra. Desde estas páginas nosotros vamos a intentar centrar algunos aspectos que pueden resultar interesantes y sobre los que, necesariamente, tenemos que fijar nuestra atención. Veámoslos detenidamente.

Malos tratos

Es la temática principal de la película y el aspecto sobre el que tendremos que incidir con mayor fuerza. Nuestros/as alumnos/as han de comprender que absolutamente en ningún caso está justificada la violencia contra los demás. Si hay tantas mujeres maltratadas en este país es únicamente por una cuestión de fuerza bruta, de falta de sentido común; ellos han de entender que nadie tiene el derecho ni el privilegio de maltratar a nadie. Por ello se ha de fomentar el respeto hacia los demás, la capacidad de tolerar otras opiniones y formas de ver la vida. En el caso de la película, Antonio lo único que hace es aplacar sus miedos en una persona mucho más débil físicamente que él. Cuando quiere, es un hombre cariñoso y sensible; sólo es en los momentos en los que se siente inferior, cuando es incapaz de aceptar sus propias limitaciones, cuando estalla en actos irracionales de violencia.

Dentro de este mismo ámbito, sería interesante trabajar distintas noticias de prensa en las que se hablara de los malos tratos a las mujeres y se comparara con lo que nos explica la película. Las conclusiones podrían resultar sumamente interesantes.

La violencia

Aunque todos sabemos que la violencia no conduce a nada, cada día son más frecuentes los actos de agresividad en el conjunto de nuestra sociedad. Lo que nos muestra la película sólo es uno más, pero hay otros. Así, con Te doy mis ojos también hemos de intentar centrarnos sobre ese tema y trabajarlo con el conjunto de nuestros estudiantes de una forma seria y profunda. Desde nuestro punto de vista, la opción más válida sería trabajar cuestiones relacionadas con la violencia de género, que es precisamente el tema principal de la película. Ello no es óbice para descartar el tratamiento de aspectos como sería la violencia en los estadios de fútbol, en nuestros pequeños actos cotidianos, etc.

Una de las secuencias sobre las que tendríamos que prestar mayor atención es aquella en la que los pacientes del grupo de terapia explican sus motivaciones: la incultura y la ignorancia son los principales causantes de esa violencia. Es importantísimo analizar esa secuencia e intentar extraer conclusiones que resulten válidas.

Respeto a la mujer

Otro tema fundamental en el desarrollo de la película. Aunque la historia de Pilar es la de un maltrato tanto físico como psicológico (que muchas veces resulta mucho más doloroso), a lo largo de la cinta observamos otro tipo de comportamientos que demuestran que, muchas veces, la falta de respeto no ha de ser algo explícito, sino que está latente, se manifiesta en pequeños detalles de la vida cotidiana. En este sentido resulta muy clarificadora la figura de la madre de Pilar. Resulta incomprensible como una mujer que ha vivido tantos años soportando a una persona que no se portaba bien con ella, ahora sea capaz de asistir con pasividad a la situación de su hija. Éste es un elemento muy importante, ya que marca con bastante precisión el devenir de muchas conductas y comportamientos que son a todas luces injustificables.

No podemos ocultar que la española en una sociedad muy machista. Aunque, con toda probabilidad, la culpa de todo ello la tenga nuestra tradición cultural, ya va siendo hora de cambiar hábitos y formas de pensar. Somos conscientes que es muy difícil luchar contra los referentes familiares, pero desde el mundo de la educación se ha de intentar hacer algo al respecto. Y eso es algo que sólo se logrará si lo trabajamos a partir de historias como ésta.

Control de la ira

Otro aspecto que podemos trabajar a partir del visionado de la cinta. Antonio es una persona a la que le cuesta mucho controlar el carácter, su forma de responder ante las adversidades. Conceptos como el autocontrol, el diálogo o la reflexión sobre la realidad tendrían que ser trabajados a partir de varios parámetros. Si no somos capaces de controlar nuestros accesos de violencia, perderemos una de las características que nos definen: la capacidad de convivir en sociedad. A este respecto, es interesante señalar que Antonio es una persona asertiva, el típico ejemplo de ser humano que no sabe decir que no y afrontar los conflictos con los demás. Es esa debilidad la que, por otro lado, provoca que pague sus frustraciones con su mujer. Es necesario trabajar con nuestros alumnos algo tan fundamental como saber decir “no” ante determinadas situaciones de la vida.

El cambio

Las personas tenemos la capacidad de cambiar, mejorar, de transformar aquellos hábitos negativos en aprendizajes que nos ayuden a ser mejores personas. Sin el cambio los seres humanos permanecemos estáticos, inamovibles, sin capacidad para mejorar y para superarnos en nuestra vida cotidiana. Uno de los problemas que nos presenta Te doy mis ojos es la resistencia al cambio de nuestro protagonista. Él es consciente que actúa mal, que está haciendo daño a su mujer, que su actitud no es la más correcta, pero es incapaz de hacer nada al respecto. Relacionado con todo ello, hay una secuencia muy interesante que se produce cuando habla con el psicólogo: cuando éste le recrimina que no muestre su afectividad ante su mujer, Antonio replica que es incapaz de expresar esos sentimientos, aunque verdaderamente los siente. Antonio es un hombre cerrado en unas estructuras mentales sumamente rígidas, inamovibles. Esta idea de cambio se ha de trabajar con nuestros/as alumnos/as y se ha de potenciar. Consideramos que es un concepto fundamental a tratar dentro de un ámbito educativo y que, a buen seguro, ayudará a que ellos tengan una visión de la vida mucho más flexible y menos estereotipada.

Aspectos curriculares

Varios son los aspectos curriculares que podemos trabajar a lo largo de la película. Sin ánimo de ser exhaustivos, diremos que desde el área de Historia podemos centrarnos en estudiar los orígenes históricos de la ciudad de Toledo, así como las obras de arte que podemos encontrar en ella. Aprovechando que Pilar trabaja en un museo, se pueden tratar aspectos relacionados con algunos artistas que tienen mucha relación con ella. El caso más significativo sería el de El Greco.

Dentro de Conocimiento del Medio Social, podemos centrarnos en cuestiones relacionadas con la estructura social de la ciudad y, sobre todo, en cómo afectan determinadas situaciones anormales de convivencia, como la que sufre la familia de Pilar, en el conjunto de la sociedad. Para ello podemos ver como han cambiado las estructuras familiares en los últimos años y analizar las repercusiones de dichos cambios.

Por último, dentro de Expresión Artística, sería interesante analizar el lenguaje audiovisual de la película e intentar relacionarlo con los aspectos argumentales. Cualquier elemento cinematográfico ha de tener relación con la historia que se está contando. Buenas películas como éstas son ideales para alfabetizar audiovisualmente a nuestros/as alumnos/as.

Esperamos que esta magnífica película nos ofrezca un  nuevo punto de vista en la relación entre los géneros. Creemos que si un film de estas características puede ayudar a nuestros alumnos a tomar conciencia sobre un problema tan grave como es el de los malos tratos a las mujeres, a buen seguro el esfuerzo habrá merecido la pena. Somos conscientes que el cine no puede evitar estas agresiones ni estos actos de barbarie incontrolada; pero sí nos puede ayudar a ver la realidad de una forma completamente distinta.

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Autor: Nacho Jarne Esparcia

Nacho Jarne Esparcia es profesor de Tecnología Educativa de la Universidad de Barcelona.


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